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Número 902
25 de diciembre de 2018

EL CONSUMO DE AGUA EMBOTELLADA,
UNA PRÁCTICA BASADA EN LA FALTA DE INFORMACIÓN

*Necesaria una campaña de información para retornar al consumo del fluido de la llave

 

El gasto que las familias de la Ciudad de México hacen en la compra de agua embotellada supera los cuatro mil millones de pesos, ya que en esta entidad se pagan 2,500 veces más por un litro de líquido potable, afirma la doctora Delia Montero Contreras, profesora-investigadora del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

En el artículo ¿Por qué los mexicanos tomamos tanta agua embotellada?, la especialista sostiene que este hábito no siempre predominó en los hogares, pero que la falta de información lo propicia, puesto que al preguntar por qué se prefiere esta presentación frente a la de llave, la mayoría de mexicanos responde que es de mejor calidad.

 

Sin haberlo constatado con el Sistema de Aguas de su ciudad o la Comisión Nacional del Agua, esto a todas luces no es una respuesta informada ni certera, sino resultado de creencias que se fueron reafirmando después del terremoto en la Ciudad de México en 1985, cuando las tuberías se dañaron”.

 

La doctora en Economía por el Institut des Hautes Etudes de l’Amérique Latine (IHEAL)-Sorbonne Nouvelle-Paris III, Francia, afirma que aunque después de algunos meses del sismo los conductos fueron reparados, nunca se comunicó a la población que podía regresar a su vieja costumbre de tomar fluido de la llave.

 

“En ese entonces poca gente consumía la embotellada y eran pocas las empresas que la distribuían, como Electropura y más tarde Bonafont, que no tenían las redes de reparto con las que cuentan ahora bajo la administración de Pepsico y Danone”.

A esta falta de información se sumó más tarde la epidemia de cólera que a principios de la década de 1990 azotó al país, lo que reafirmó la necesidad de tomar agua embotellada, tanto en la Ciudad de México como en las diferentes regiones al interior de la república.

 

“Es decir, esta percepción de que el líquido de la llave es de mala calidad, poco a poco se fue expandiendo a otras ciudades del país, donde las tuberías no estaban averiadas y la información provenía de familiares y amigos”.

 

Otro factor fue la llegada a México de corporaciones transnacionales con amplia experiencia en el negocio del agua embotellada en Europa y otros países del mundo, que aprovecharon los mitos de la mala calidad del vital líquido y generaron formas de administración eficientes y amplias redes de distribución.

 

“Llegar a México para éstas fue como arribar al paraíso, ya que se encontraron con un mercado poco explorado y una ciudadanía ciega, sin información sobre el agua de la llave que llega a los hogares y dispuesta a ingerir la embotellada”.

 

Esta práctica, extendida de norte a sur –aun en pueblos pequeños de la sierra de Oaxaca que tienen el manantial a un lado– se traduce en un gasto millonario, tan sólo en la Ciudad de México asciende a más de cuatro mil millones de pesos, ya que 90 por ciento de su población compra agua embotellada, con un consumo aproximado de 390 litros por persona al año.

 

“La gente ignora que por norma todo el vital líquido que llega a los hogares debe pasar por plantas potabilizadoras y cumplir con los mínimos de calidad para consumo humano que establece la Secretaría de Salud, por lo que si ignora eso, será entonces incapaz de exigir que llegue fluido de calidad a sus hogares, que es una de las obligaciones del organismo operador en cada localidad”.

 

Ante este panorama la investigadora concluye que es deseable que el nuevo gobierno de la Ciudad de México considere el enorme gasto que hacen los hogares por la compra de agua embotellada y se lleve a cabo una campaña de información que resulte en retomar el hábito de consumir la de la llave.