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Número 757
30 de octubre de 2018

SIMÓN RODRÍGUEZ, REUNIDO EN SU OBRA CALEIDOSCÓPICA

*El libro fue presentado en el Auditorio Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría General de la UAM

 

Sociedades americanas en 1828. Cómo serán y cómo podrían ser en los siglos venideros, de Simón Rodríguez es una obra caleidoscópica que se pensó de un modo y pudo alcanzar la horna de la imprenta en difíciles circunstancias en las que todo importaba: el papel, la tinta, las máquinas, las familias de los tipos de letras, afirmó la doctora María del Rayo Ramírez, docente de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
 
La también Directora del grupo de investigación en Filosofía e Historia de las ideas: O inventamos o erramos y encargada de la edición de la obra, dijo que ésta recupera las ideas centrales del humanista venezolano y “nos ha permitido comprender el texto más importante del filósofo americano en su sentido material en circunstancias técnicas y políticas específicas”.
 
Luego de reunir los acervos documentales y de regresar a las ediciones principales fue posible advertir y superar decisiones editoriales equivocadas y acumuladas en el siglo XX tomadas con el fin de hacerla más accesible al público. “Lo que hicimos nos brindó la posibilidad de leerlos desde su materialidad y descubrir en ellas sus propios códigos, a partir de los cuales el acto de lectura se acerca mucho a lo que él mismo sostenía”, apuntó.
 
Durante la presentación de la publicación, realizada hoy en el Auditorio Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría General de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Del Rayo Ramírez especificó que se hizo un cuidadoso trabajo de artesano-filósofo “en tanto componedor de sus ideas y de sus páginas”.

El doctor Rafael Mondragón Velázquez, académico del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, afirmó que “el filósofo argentino León Rozitchner creía que la radicalidad de Simón Rodríguez nació de esa experiencia de abandono que lo obligó a acoger en su propia carne el dolor de todos los criptógamos que, como él, habían venido de una semilla sin nutrientes necesarios para crecer y tenemos que acompañarnos, ayudarnos a terminar de nacer, pues ese segundo nacimiento es colectivo e histórico, y consiste en un proceso de organización popular que rompe con la desigualdad y la dominación”.
 
José Victorino Lastarria, probablemente movido por la envidia, contaba a sus amigos que se paseaba desnudo por el salón de clases para que los niños se acostumbraran a ver el cuerpo humano; el mariscal Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, le escribió enfurecido en una carta que Rodríguez “tiene la cabeza de un francés aturdido”; el historiador chileno Miguel Luis Amuná lo había comparado con Diógenes el Cínico y registró las bromas públicas con que gustaba de escandalizar a la gente bien pensante.
 
Mondragón Velázquez refirió que, en realidad, su origen a modo de una semilla de nutriente y en medio del abandono puede ahora experimentar un segundo nacimiento, ahora histórico, ya que “toda su vida quiso publicar esta obra infinita que funcionaría a manera de las novelas publicadas por entregas, con espacios para los lectores que podrían intervenir el texto y que se repartiría por toda América a través de un sistema continental de lectores”.
 
Luis Camintzer ubicó a Rodríguez como el primer artista conceptual del continente, por lo que “este trabajo facsimilar al fin reproduce adecuadamente las cinco versiones principales deSociedades Americanas de 1828 y las acompaña el índice de la obra completa, que hasta hoy está perdida”.
 
La doctora Marina Garone Gravier, académica de la UNAM, describió los seis volúmenes como ligeros en su peso, limpios en su presentación, atractivos por su minimalismo: en una palabra, coherentes y respetuosos del proyecto editorial. “El estudio en sí mismo es una guía metodológica muy útil para quien decida ser editor, quien practique el arte de la ecdótica, para quien desee estrenarse en el duro oficio del rastreo de las fuentes antiguas”.
 
“La lectura de los textos de Simón Rodríguez me despertó varias emociones y algunas se parecen al dibujo centrifugo y expansivo que se genera al tirar una piedra sobre un manto de agua. Su vanguardia tipográfica lo deja a uno en estado de trance, así que el obstinado de versales, versalitas, puntos, plecas, llaves y cambios en los cuerpos de letra es un tour de fource ineludible para quien desea intimar con él”, externó.
 
El doctor Álvaro García San Martín, docente de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación de Santiago de Chile y encargado de editar la correspondencia del autor, comparó la publicación actual con el baúl en el que Simón Rodríguez solía arrastrar todos sus escritos por el mundo; “recorrió toda Europa y casi toda América”, movilizado por su proyecto que era de carácter político y social.
 
“Él pensaba que América era el único lugar para instaurar una verdadera república, además fue muy orgulloso de la educación que fundó escuelas y luego se dedicaría a la fabricación de velas, no tenía dinero para dar a conocer la totalidad de su obra y por eso publicaba algunos fragmentos sueltos”, refirió.
 
El doctor Eduardo Peñalosa Castro, rector general de esta casa de estudios, celebró el trabajo interdisciplinar e institucional emprendido por los académicos al rescatar la obra clásica de “uno de los ideólogos de los movimientos independentistas de las Américas, una de las principales influencias del libertador Simón Bolívar, respetando la paginación original, un detalle esencial para entenderlo”.
 
Abordado desde varias perspectivas, “nos permite constatar su trabajo para emprender su investigación y estudio, y atiende a errores interpretativos mediante su comprensión histórica y filosófica, incluyendo puntos de partida para proceder a un análisis profundo. Ello nos habla de las bondades de la colaboración entre áreas e instituciones para potenciar capacidades, habilidades y compromisos”, manifestó.
 
El doctor Rodrigo Díaz Cruz, rector de la Unidad Iztapalapa de la UAM, calificó la obra como una joya histórica y filosófica, “un tesoro que vale la pena reconocer, al tiempo que también resulta relevante para nuestra sede universitaria, ya que la publicación de un libro singularmente único y resultado de una labor colectiva es de felicitarse por hacer trascender a un personaje que ha despertado interés en varios países de América Latina”.