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Número 696
10 de octubre de 2018

DEPORTE, TEATRO O ESPECTÁCULO, LA LUCHA LIBRE ES PATRIMONIO NACIONAL

*Los luchadores han atraído la mirada de cineastas, fotógrafos y diseñadores de cómics

 

La lucha libre es un deporte-espectáculo que vincula la disciplina y el rigor físico con los atuendos: máscaras, capas, mallas, botas y toda la parafernalia performática que tiene lugar en el cuadrilátero, por lo que no solamente es un referente sociocultural del siglo pasado en México sino también es considerada la mejor que se practica en el mundo.

 

La Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) organizó un conversatorio con profesionales de esa disciplina, que compartieron vivencias, transmitiendo a los asistentes la pasión y la complejidad que entraña esa actividad.

 

Tinieblas, El Matemático, Fray Tormenta, Súper Muñeco, Solar y Súper Pinocho llegaron al Auditorio Miguel Ángel Granados Chapa de los Talleres de Comunicación con las máscaras que les dan identidad y popularidad, y que dignamente portan desde hace muchos años.

 

La lucha libre es una práctica controvertida que despierta una gran euforia y entusiasmo entre los seguidores, pero quienes no la conocen o la ven a la distancia dudan que pueda considerarse un deporte o una disciplina que represente a la cultura, aseguró Eduardo Juárez Garduño, profesor de la Licenciatura en Diseño de la Comunicación Gráfica de esa sede académica.

 

Los luchadores mexicanos son, además, héroes, pero no como los emanados de los cómics como Superman o Capitán América, sino personas de carne y hueso que combaten contra el enemigo y poseen esta idiosincrasia nacional de la superación. “Se trata de un tema muy arraigado en la cultura del mexicano”.

 

Ellos se prepararon en el gimnasio, después adquirieron su identidad (creada por ellos mismos) y entonces se convirtieron en personajes que atrajeron la mirada de cineastas, fotógrafos y diseñadores de cómics, lo que los ha convertido en una leyenda que trasciende el cuadrilátero.

 

Respecto de ponerse la máscara y subir al cuadrilátero, Tinieblas dijo que “es estresante llegar a la arena, por lo que el día que tengo una actuación, desde la mañana me siento nervioso y suelo comer poco; pareciera que el pancracio es fantasía, pero es real y hay que estar preparado y tener mucha astucia, de ahí que la preparación sea vital”.

 

Los otros enmascarados compartieron la misma sensación de nervios y miedo antes de sus enfrentamientos, y expresaron otras vivencias y aportaciones a esta disciplina, como El Matemático, que relató que en su familia todos han sido luchadores desde hace cuatro generaciones.

 

“Yo tengo 50 años como luchador y me tocó integrar la acrobacia a la lucha libre”, lo que la hizo más espectacular, diferente, además “haber reunido la gimnasia, la acrobacia y la lucha resultó en una técnica que favorece el no ser lastimado”, contó el personaje de la máscara numérica.

 

La historia de Fray Tormenta conmovió a los presentes a la actividad con anécdotas que vivió con Huracán Ramírez, ‘Danielito’, el personaje con quien compartió equipo en el cuadrilátero y relató que aun con 40 años en el pancracio, si bien lo que gana económicamente no es lo que él pensaba en un principio, le ha ayudado a sacar adelante la casa hogar que él fundó.

 

Las máscaras que portan han sido diseñadas por cada uno de ellos, lo que los convierte en el personaje que no son en su vida cotidiana, sino el que sube al ring. “Todas tienen una historia, la mía fue diseñada por primera vez por Valente Pérez”, comentó Tinieblas.

 

Una vez el promotor le pidió a El Santo y a Tinieblas ir a ver a un niño desahuciado, El Santo se sentó a su lado a platicar y en un momento dado se quitó la máscara y se la dio, el pequeño se quedó abrazándola; Tinieblas siguió visitándolo y aunque le daban sólo unos cuantos días de vida, ésta se prolongó por más de un año, lo cual atribuyeron a la magia de la careta.

 

La lucha libre es un deporte, no una guerra y Tinieblas expresó que es muy satisfactorio subir al cuadrilátero y hacer una exhibición frente a un público tan entusiasta, pero también es una disciplina que conlleva muchos riesgos; “hemos padecido muchos daños y dolor por la entrega en cada enfrentamiento”.

 

La fotógrafa Lourdes Grobet manifestó que “las luchas son un ritual, un acontecimiento lúdico, divertido y catártico”, que ella se ha dado a la tarea de registrar, desde un enfoque cultural, en su libro Espectacular de lucha libre, publicado en 2005 por Trilce Ediciones, en el que documenta casi tres décadas, de 1975 a 2003, de este deporte-espectáculo.