Las cooperativas y empresas sociales están definidas por el emprendimiento social, pero en México deben buscar oportunidades donde no las hay, abrirse caminos en un gran mundo comercial capitalista y enfrentar hábitos de consumo dominados por dicho sistema, explicó Arturo González Osabampo.

El miembro de la Cooperativa Miscelánea Social expuso que si bien es cierto que existen apoyos del Estado para estas organizaciones de economía social, no se prevé que los principios y valores que las rigen dictaminen acciones estratégicas de operación, ya que tienen realidades particulares que determinan su comportamiento comercial, durante el Primer Foro La economía social y solidaria: una nueva gestión cooperativa, realizado en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Los espacios para vender sus productos tienen que ser autogesitvos, lo que dificulta su posicionamiento, por lo que para los diversos sectores debiera haber canales propios de distribución, con precios, presentaciones y estrategias de comercialización diferentes.

En la mesa moderada por la doctora Abigail Rodríguez Nava, académica del Departamento de Producción Económica de la citada sede, consideró fundamental que las cooperativas incidan en el diseño de políticas enfocadas a ellas, pues las existentes tienen una orientación equivocada por el concepto de que pueden servir para el autoempleo, cuando su función va mucho más allá.

Martín Juárez expuso que la Unión de mezcaleros de Miahuatlán, Oaxaca, es una cooperativa que tiene como primicia preservar el mezcal de agaves silvestres y más que un negocio es una tradición, pues la bebida es una fuente fundamental para sus vidas, cuyo consumo ha sido desde tiempos remotos un motivo de encuentros familiares y sociales.

El destilado lo elaboran de la forma más natural posible para conservar los aromas y sabores auténticos, respetando la edad y madurez de la planta para obtener la mejor calidad, es decir, no siguen patrones de demanda comercial, dijo al presentar la ponencia Cooperativas y modelo de economía social; retos y perspectivas.

Hay muchos tipos de agave, por ejemplo, uno endémico de la región es el madrecuixe, que es muy representativo de la zona, pero hay también otros magueyes silvestres como el tobalá, el tepextate, el mexicano y muchos otros, y de cada uno de ellos producen mezcales; por lo que “la defensa del mezcal artesanal y ancestral para nosotros es un tema de preservación”.

Debido a la demanda de este licor, se da una competencia desleal, ya que en la región de la sierra sur de Oaxaca también hay producción industrial del mezcal que se comercializa bajo una lógica capitalista, mientras que la cooperativa lo deja nacer y crecer en su proceso natural silvestre, y de cada diez agaves, conservan al menos uno para su reproducción.

El trabajo es colaborativo en todos sentidos, por ejemplo, si alguien no tiene suficiente agave de un tipo específico y a otra persona le sobra, dona una cantidad para ser sembrada, de esa manera cada quien aporta el insumo, instrumento o fuerza de trabajo que se requiere para lograr toda la cadena de producción.

Existe una fuerte presión del mercado para que industrialicen sus siembras y sus productos, pero ellos mantienen la resistencia, no obstante que ya existe una norma que reconoce la distinción del mezcal artesanal, aún no hay una que especifique la pureza, el origen y el tipo específico de agave.

“Si ponemos valor a lo que se invierte en mano de obra, materiales, tiempo y esfuerzo, no pagarían el precio que realmente vale y si además se comercializa bajo los esquemas del gobierno, hay que pagar impuestos y tenerlo certificado por una empresa privada que hace caso omiso a la calidad del producto”, en cambio las cooperativas mezcaleras comparten una visión de organización y unidad, poniendo al centro de todo la preservación más que el negocio.