Encabezado
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Número 644

11 de diciembre de 2020

ACADÉMICO DE LA UAM, MIEMBRO HONORÍFICO DE LA ACADEMIA MEXICANA

DE LA HISTORIA

*Brian Connaughton fue electo, en reconocimiento a su notable obra historiográfica y contribuciones

a la disciplina

Un país puede dialogar con su historia de muchas formas y, debido a que los sucesos nunca son en blanco o negro, pasa igual con los individuos: cuando se miran en el espejo quieren ver perfección, pero a veces eso está un poco lejos de la realidad, argumentó el doctor Brian Connaughton Hanley, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
 
“La historia es un reflejo de nosotros, como en cualquier sociedad, aunque debemos ser tolerantes para ver las imperfecciones, así como los logros y las cosas que han cambiado o se han consolidado a lo largo del tiempo”, expuso el académico del Departamento de Filosofía de la Unidad Iztapalapa quien fue seleccionado como uno de los diez Miembros Honoríficos de la Academia Mexicana de la Historia, una categoría de reciente creación, luego de haber sido aprobada en marzo del presente año.
 
Para dicho nombramiento –en una sesión efectuada el pasado 6 de octubre con todos los Miembros de Número de esa institución ya centenaria– se tomaron en cuenta la notable obra historiográfica y las contribuciones del docente universitario a la disciplina.
 
“Es una de las agrupaciones más antiguas de México y en la que han estado grandes historiadores de la nación, algunos de ellos mis maestros y, desde luego, esta distinción confirma mi compromiso de seguir trabajando en la materia”, aseguró. 
 
En un contexto global en el que se derriban estatuas y monumentos de personajes históricos que ya no son reconocidos ni validados en algunos sectores de la sociedad, el doctor Connaughton Hanley señaló que la historia patria ha tendido a reescribir el pasado a partir de los valores del presente, lo cual es un peligro porque crea una visión muchas veces simplificada y errónea.
 
“Los pone como villanos o héroes, en vez de otorgarles el carácter siempre complejo de un individuo y de una época; la historia vista como fundamento patrio aplana y simplifica al decir, éste es bueno y éste es malo; al establecer que el héroe siempre tiene en mente lo mejor y el villano sólo fines mezquinos; creo que pocos historiadores compartirían esa visión y, sin embargo, en todos los países se tiende a hacer esto”.
 
La historia patria resalta obras de “los buenos”, pero si en la actualidad los valores cambian y se percibe que un actor del pasado que se pensaba que era virtuoso resulta lo contrario, hay que quitarlo; o si se descubre a alguien ignorado, despreciado o calificado de malo y en realidad no lo era tanto, entonces se busca crear un nuevo monumento, dijo el especialista en materia cultural e institucional de América Latina en los siglos XVIII y XIX.
 
Dicho fenómeno se presenta no sólo en México, sino en otros países, incluido Estados Unidos, donde grupos radicales buscan quitar estatuas de Abraham Lincoln, entre otras, en medio de protestas contra el racismo y la brutalidad policial.
 
“Esto será un debate a futuro sobre cómo interactuamos de una manera más compleja con nuestro pasado sin simplificarlo tanto”; habrá obviamente polémica, porque existen figuras de México y otras regiones que ya están etiquetadas y “tocarlas es delicado, pues afecta las emociones que tenemos desde que nos formamos en la niñez”, por lo que resulta necesario dejar de lado apasionamientos y usar el diálogo con el pasado para madurar como sociedad, ciudadanos e individuos, aceptando las imperfecciones del presente y del pasado que, sin duda, reaparecerán más adelante.
 
El Profesor Distinguido de la UAM dijo sentirse optimista sobre el estado de la historia mexicana como disciplina, que se traduce en décadas de apertura a diferentes corrientes de interpretación, en general de manera respetuosa y abierta a diversas posturas.
 
“Ha habido gran avance en la consolidación de grupos de especialistas en el ámbito en los estados que han enriquecido nuestra idea de la variedad histórica a través de las regiones, de manera que si hace unas décadas era común criticar que la historia se escribía desde la Ciudad de México, esta afirmación es cada vez menos cierta”.
 
Además, los historiadores mexicanos han logrado abrir espacios de intercambio con colegas de otras naciones mediante estancias de investigación en el extranjero o a través de los estudios, ante lo cual “la universalización del historiador ha avanzado de un modo importante en términos de conocer, ver otras prácticas de la disciplina, problemáticas distintas y fuentes a explorar; en todo eso ha habido una actitud de debate, crítica y diálogo”.
 
El doctor Connaughton Hanley manifestó que la UAM es plenamente partícipe de todos estos procesos y mantiene estrechos y amplios vínculos con profesionales del ramo de Europa, Estados Unidos, Canadá, Centro y Sudamérica, e incluso, aunque en menor grado, de Asia y África.
 
“Los historiadores de la UAM conversan con las corrientes, en particular con aquellas que son más propicias para sus propios estudios, lo cual se refleja en la consolidación de sus enseñanzas en los niveles de licenciatura y posgrado”.
 
El académico, quien cuenta con un amplio trabajo sobre la Iglesia, el Estado y la sociedad, aseguró que la Casa abierta al tiempo posee destacados grupos de historiadores en las unidades Azcapotzalco, Cuajimalpa e Iztapalapa, así como nexos fraternales de cooperación con otras instituciones locales, por lo que “se vive un buen momento para la historia como disciplina e instrumento de reflexión de la ciudadanía”, finalizó.
 
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