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Número 643
27 de diciembre de 2017

EL TURISMO HA DERIVADO EN CAMBIOS SUSTANCIALES

EN EL USO DEL SUELO DE XOCHIMILCO

*También es controversial para la población que vive en la zona

 

El suelo de conservación de Xochimilco ha pasado por distintos procesos de transformación turística y urbana a lo largo de la historia, señaló la maestra Alejandra Pérez Galicia, durante el Cuarto Coloquio de Metodología en el Posgrado de Diseño De los métodos y las maneras, realizado en la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

En su conferencia Del turismo de desarrollo al turismo de conservación, la especialista sostuvo que uno de los sitios ecosistémicos más destacados de la Ciudad de México se encuentra en esa zona, hogar de varias especies de flora y fauna, declarado patrimonio de la humanidad, que se destaca por su importante captura de carbono y de agua de lluvia y que además contribuye en gran medida a que esta urbe sea una de las regiones más ricas del planeta en biodiversidad.

 

La maestra en ciencias ambientales de la sustentabilidad relató que durante el Porfiriato, debido a la cercanía con la forma de vida europea, inició un proceso de turismo periférico. La búsqueda de zonas verdes cercanas a las metrópolis hizo que el gobierno fijara la mirada en los barrios de Xochimilco como atractivo para las clases acomodadas de la ciudad y visitantes extranjeros.

 

Durante el periodo revolucionario la recreación en la zona sufrió una crisis, pero una vez concluida esa etapa fueron los propios pobladores quienes solicitaron se reanudara la actividad turística en la zona y se abrieran los embarcaderos como el Salitre, en 1921.

 

La doctorante en Diseño y Estudios Urbanos por la Unidad Azcapotzalco refirió que a mediados del siglo XIX se empezaron a generar problemas con respecto de la comunicación entre la Ciudad de México y esa área, pues el Canal Nacional se secó y los manantiales y demás canales comenzaron a bajar su nivel de agua, lo que provocó que se rellenaran con aguas contaminadas.

 

Sin embargo, dijo, incluso el cine mexicano, con películas como María Candelaria, le dio mayor auge al turismo en la región, al retratar la belleza de sus lagos, trajineras y tradiciones.

 

La intervención del gobierno en el desarrollo turístico de Xochimilco, a través del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y su respaldo a la inversión privada en la zona, empezó a generar conflictos con la población.

 

La especialista por el Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre el Medio Ambiente y Desarrollo del Instituto Politécnico Nacional subrayó que en años recientes se ha pretendido construir una serie de megaproyectos (carreteras como el Arco Sur, espacios turísticos y centros comerciales), pero muchos de ellos han sido obstaculizados por los mismos moradores.

 

Otro suceso significativo que sufre el sitio, indicó, es el crecimiento de la mancha urbana vinculado al aumento de la población. Existe una etapa en donde el número de habitantes siguió creciendo, pero el territorio urbano quedó igual, lo que significó la construcción desmedida de multifamiliares en la zona.

 

Hoy en día el tema del turismo es controversial para la población que vive en Xochimilco: los agricultores lo ven como una actividad positiva pues dependen de los visitantes para vender los artículos que ellos producen, en tanto los representantes de pueblos y barrios originarios lo consideran negativo por la transformación que genera en sus usos y costumbres.

 

Como resultado de la investigación, la maestra Pérez Galicia concluye que existen cambios sustanciales en el uso del suelo de la región, pues al interior de los canales están establecidos restaurantes, tiendas, espacios para eventos o el Club Campestre Monte Sur, que se construyó en lo que fue una zona agrícola.

 

Pero también se reconoce que la actividad en la materia contribuye sustancialmente en la economía de las familias, con la venta de sus productos como nieve, amaranto, barbacoa, mole, dulces cristalizados, hortalizas, flores y artesanías.

 


La UAM, Casa abierta al tiempo... y a la solidaridad.

 

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