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Número 626
15 de diciembre de 2017

PREMIO NACIONAL DE CIENCIAS Y ARTES 2017 PARA ACADÉMICO DE LA UAM

* Emilio Sacristán Rock fue designado en la categoría Tecnología, Innovación y Diseño
 
*Uno de los importantes retos de la universidad pública es contar con mecanismos que propicien

la transferencia tecnológica

 

La universidad pública debe tener como una de sus prioridades generales mecanismos que posibiliten transferencia tecnológica que a su vez propicie crecimiento económico y, por tanto, beneficios sociales, señaló el doctor Emilio Sacristán Rock, investigador de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien fue designado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2017 en la categoría Tecnología, Innovación y Diseño.
 
Reconocido por sus contribuciones al desarrollo tecnológico en ingeniería biomédica, la transferencia de conocimiento en el sector salud y el impulso a la creación de grupos de investigación vinculando academia-empresa, el académico sostuvo que uno de los importantes retos de las instituciones públicas es contar con mecanismos que propicien la transmisión tecnológica y con ello impulsar la creación de empresas, hacer crecer el empleo y producir avances en la economía.
 
Durante muchos años hemos vivido en las universidades mexicanas una cultura centrada en que la investigación es “la torre de marfil” donde algunos investigadores “hacen sus propias cosas sin necesariamente rendir cuentas (…) ni preocuparse porque ese saber se aplique”, resaltó en entrevista.
 
La política científica en México ha estimulado que los investigadores se dediquen a publicar artículos, a trabajar en grupos pequeños y en temas teóricos porque es más fácil tener alta productividad y mantenerse en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI)”.
 
El docente del Departamento de Ingeniería Eléctrica aclaró que la investigación básica tiene un valor intrínseco, pero hacer transferencia tecnológica es más difícil y lleva mucho tiempo, porque hay que coordinar las actividades empresariales con las universitarias, cosa que “el mismo sistema no lo fomenta”.
 
Sin embargo, “esto ha ido cambiando” y ahora en el SNI existe una comisión de tecnología que reconoce la labor de indagación que está haciendo ese tipo de trabajo y se le premia, no nada más por ciencia pura, sino también por transferencia tecnológica; además se establece que no hay conflicto de interés cuando el estudioso se involucra en este proceso.
 
Sacristán Rock, quien realizó sus estudios universitarios en Electrónica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM y la maestría y el doctorado en ingeniería biomédica en el Worcester Polytechnic Institute de Estados Unidos, es responsable del Centro Nacional de Imagenología e Instrumentación Médica (Ci3M), que inició operaciones en 2004.
 
Sobre dicho centro ubicado en Unidad Iztapalapa de la UAM, el académico afirmó que en el campo de la ingeniería biomédica el Ci3M es ampliamente reconocido en México y en el extranjero, pues “es un espacio de excelencia que proyecta a la UAM más allá de sus paredes”.
 
Al centro acuden investigadores de otros países, personal de hospitales y al menos 400,000 alumnos que están haciendo tesis, proyectos, prácticas de laboratorio, cursos o diplomados, porque “en este laboratorio participan alumnos de posgrado de numerosas universidades de todo el país, por lo que cumple también con importantes labores de apoyo a la docencia y además se han creado 14 empresas”.
 
El responsable del proyecto para diseñar el primer corazón artificial en México (Vitacor UVAD) señaló que actualmente se desarrollan diversos programas de investigación, con la expectativa de crear empresas, tales como Nefrored que ha desarrollado procesos y tecnología para mejorar y hacer más eficiente y más barata la hemodiálisis en pacientes con falla renal.
 
Otra empresa “a la que estoy dedicando mis esfuerzos en este momento y de la cual soy accionista”, es Nervive, fruto del trabajo de investigación realizado en este centro, que consiste en un dispositivo para estimular el nervio facial, como un tratamiento temprano de emergencia para enfermos que sufren un accidente cerebrovascular.
 
Se trata de una estimulación que dura unos cuantos minutos, dirigida a un nervio que controla las arterias y causa una vasodilatación generalizada y duradera que pueden duplicar el flujo sanguíneo en ese órgano y con ello ganar tiempo en lo que el paciente puede recibir otras terapias.
 
El especialista dijo sentirse honrado por este premio y “en particular es muy grato porque fue la misma universidad la que me postuló y esto quiere decir que tengo su reconocimiento”.
 
 
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