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Número 592
29 de agosto de 2018

EN EL OBREGONISMO FUERON CIMENTADAS

LAS BASES DE UN GOBIERNO CAPITALISTA

*La permanencia en el poder requiere del apoyo incondicional del ejército, los campesinos y los obreros

 

En el mandato del general Álvaro Obregón se cimentaron las bases de un gobierno capitalista que se enmarcó por una creciente estabilidad política y social, la profesionalización del ejército, la normalización de las relaciones con Estados Unidos y la búsqueda de un nuevo equilibrio social en materia agraria y laboral, señaló el doctor Javier MacGregor Campuzano, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

Noventa años después de haber sido asesinado en el parque de la Bombilla de la Ciudad de México por grupos de ultra derecha asociados a un sector de la jerarquía católica, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México conmemoró la muerte del ex presidente con una mesa de análisis en torno a este personaje de la política mexicana del siglo XX.

 

El profesor del Departamento de Filosofía de la Unidad Iztapalapa manifestó que diez años después de iniciada la revolución, el general sonorense destacó como estratega no sólo en el campo de batalla, sino también por sus alianzas con las grandes organizaciones obreras y campesinas, una política que terminaría con la figura del poder absoluto sobre los caudillos para abrir la puerta a la creación de instituciones.

 

Obregón alentó la conformación de organizaciones obreras como las confederaciones Nacional de Trabajadores y Nacional Católica del Trabajo, además de firmar un pacto con la Regional Obrera de México, que se comprometieron a apoyarlo en las elecciones presidenciales de 1920, una alianza que lo dotó no sólo de una base social sino que le dio el triunfo definitivo en las urnas.

El doctor MacGregor Campuzano dijo que en su relación con Estados Unidos buscó con urgencia el reconocimiento estadounidense porque aquello implicaba la afirmación de las principales potencias mundiales, por lo que cedió a una serie de demandas y condicionantes del gobierno del vecino país del norte, inaugurando una alianza de sometimiento que prevalece desde entonces.

 

Al buscar dotarse de una base social popular, apoyó incondicionalmente el plan educativo de Vasconcelos e impulsó la creación de la Secretaría de Educación Pública, que fue un detonante de manifestaciones artísticas y culturales que amalgamaron la nación y le devolvieron la identidad perdida, hasta la rebelión de Adolfo de la Huerta en 1923 que lo obligó a retirar los recursos y canalizarlos al ámbito militar, señaló.

 

En materia agraria las demandas y efervescencia del país no cesaron, Obregón continuó con el reparto de tierras con apenas un millón y medio de hectáreas pues nunca creyó en el reparto ejidal su apuesta siempre fue a la pequeña propiedad, pero gracias a él se sentaron las bases de la gran reforma agraria consolidada más tarde por Lázaro Cárdenas, además del acercamiento entre el norte y el sur que hasta entonces era inexistente.

 

La doctora María del Carmen Collado Herrera, profesora del Instituto Mora, dijo que bajo la experiencia de Obregón quedó claro que la permanencia en el poder requiere del apoyo incondicional del ejército, los campesinos y los obreros, estos últimos a pesar de ser un grupo reciente demandaron derechos en alianza internacional.

 

El apoyo a grupos populares no fue gratuito, siempre estuvo condicionado a las demandas mutuas en una alianza de arriba hacia abajo y viceversa, denominado pacto populista, firmado con la Confederación Nacional Obrera Mexicana, una de las organizaciones más radicales del momento.

 

Su ambición de poder lo hizo confrontarse con cualquier sector que le hiciera contrapeso: con la Iglesia tuvo diferentes conatos tras el Congreso Eucarístico en octubre de 1923 y tras la expulsión del delegado papal en ese mismo periodo, pues a diferencia de un gobierno que recientemente tomaba fuerza y legitimidad, la Iglesia era un poder principal.

 

Al término de su gobierno, el 4 de marzo de 1929 el nuevo presidente Plutarco Elías Calles junto a varios caudillos de la Revolución Mexicana, fundaron el Partido Nacional Revolucionario (PNR) el antecesor del PRI, que aglutinó el interés y ambiciones de la lucha armada y los institucionalizó en el Estado naciente mexicano, concluyó Collado Herrera.