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Número 560

30 de octubre de 2020

LA UAM SUPO ADAPTARSE A UNA REALIDAD IMPREVISTA GENERADA

POR EL COVID-19

*En estos meses se han evidenciado problemáticas de salud psicosocial de la comunidad:

Eduardo Peñalosa

 

*El rector general y los rectores de Unidad participaron en la Semana de Bienestar Comunitario

y Salud Mental  

La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) supo encontrar los mecanismos para seguir funcionando, adaptándose a una realidad imprevista durante los siete meses que han transcurrido desde el inicio de la pandemia de COVID-19, sin embargo, durante este tiempo se han evidenciado con mayor fuerza problemáticas de salud psicosocial de la comunidad a la que la Institución debe brindar atención. 

 

En lo anterior coincidieron los rectores general y de las sedes académicas de la Casa abierta al tiempo, quienes participaron en la Primera Semana Universitaria de Bienestar Comunitario y Salud Mental: respuestas ante la COVID-19. 

 

El doctor Eduardo Peñalosa Castro, rector general de la UAM, refirió que ante la crisis sanitaria la UAM reaccionó en términos académicos y administrativos y muy pronto convocó a un grupo interdisciplinario de expertos de todas las Unidades, que conformó las redes de salud UAM en cuidado médico y psicológico, así como en el apoyo en casos de violencia de género. 

 

No obstante, advirtió que ni en México ni en la universidad “ha sido ponderada la relevancia de la sanidad mental y el bienestar social”, por lo que es necesario contar con una serie de protocolos para procurar esos aspectos, en particular en situaciones de contingencia. 

 

En el conversatorio Perspectivas a futuro sobre el bienestar y salud mental en la UAM, el doctor Oscar Lozano Carrillo, rector de la Unidad Azcapotzalco, precisó que la pandemia “nos ha enseñado a visibilizar cuán importante es el aspecto psicoemocional” y atender –en este contexto de emergencia– estrés, depresión, ansiedad y tristeza, entre otros problemas. 

 

El COVID-19 “nos ha orillado a una reflexión de carácter civilizatorio en los contextos social, económico y político” que, trasladado a la universidad, encuentra uno de los espacios más significativos para analizarlo en los ámbitos de la autogestión y la participación “que todos tenemos en un espacio como esta casa de estudios y, al mismo tiempo, en nuestra condición de seres humanos como parte de un gran sistema”. También “nos enseñó a responder rápido” y en colaboración, lo que fue posible gracias al modelo UAM.

 

El doctor Rodolfo Suárez Molnar, rector de la Unidad Cuajimalpa, propuso repasar los antónimos de las nociones de enfermedad y bienestar, porque la propia idea de la primera ha sido cuestionada, no sólo respecto del encierro y las instituciones psiquiátricas, sino incluso por las implicaciones que las ideas de normalidad y normalización pueden tener para ciertas comunidades, incluidas la población femenina y la LGBTTTI. 

 

Por ello “vale la pena abrir una discusión de esta naturaleza y tenerla siempre en consideración en cuanto a cómo se perfila el tipo de acompañamiento específico que puede darse a una colectividad diversa, pues no creo que en ésta haya una concepción única de salud mental y de bienestar, de modo que en la forma en que se estructuran los propios procesos de apoyo es importante el pensamiento en el cual se están generando”. 

 

Una enseñanza más de este periodo de pandemia es que se ha abierto una discusión sobre cuáles son las responsabilidades de los miembros de la Universidad en este tipo de sucesos y que esta preocupación debe ser llevada a la vida cotidiana. 

 

El doctor Rodrigo Díaz Cruz, rector de la Unidad Iztapalapa, recordó que el COVID-19 “nos ha enseñado muchas cosas en un proceso que aún no termina: los nuestros son tiempos oscuros”, ya que “millones de personas han perdido sus empleos; la pobreza y desigualdad se han avivado; la violencia de género se ha intensificado; las oportunidades para los jóvenes se desvanecen; el estado actual de las instituciones de salud muestra cuán socavadas han sido en las últimas décadas, y la irritante polarización política no contribuye a encontrar alivio y soluciones a las dificultades terribles que afrontamos”. 

 

Además de la crisis sanitaria “encaramos problemas individuales que se han amplificado y que tornan más vulnerables a quienes ya lo eran y han provocado un sufrimiento enorme”. 
 
De tal manera que los programas de bienestar y de salud mental de la UAM deben pensarse integralmente y en múltiples direcciones, y por ello destacó el taller de arte terapia en épocas de COVID, auspiciado por la Unidad Cuajimalpa o los conciertos de música en Lerma. “Juego, performance, danza y pintura” deben formar parte de estos proyectos, además de cultivar los derechos humanos. 

 

El doctor Mariano García Garibay, rector de la Unidad Lerma, dijo que los aprendizajes de la pandemia son múltiples y han sido a nivel personal, colectivo e institucional, en un periodo en que “nuestras vidas se han trastocado y el peligro y la amenaza están presentes”. 

 

La emergencia sanitaria “ha magnificado muchos de nuestros problemas y si bien estábamos luchando por aprender a nivel psicológico los temas de nuestra comunidad, no lo veíamos como algo tan urgente o tan avasallador como ocurre ahora, en que tenemos la necesidad no sólo de echar a andar programas efectivos para que los alumnos continúen con su aprendizaje, sino también trabajar en los aspectos colaterales, desde las tragedias que hemos vivido en nuestra Universidad”. 

 

El doctor Fernando De León González, rector de la Unidad Xochimilco, señaló que es temprano para hacer un balance de las consecuencias de la pandemia, pero “lo que nos deja como enseñanza es que la UAM es una institución bien construida, bien organizada y con instancias muy sólidas dentro de ella, como es el Colegio Académico, lo que permitió que en tres semanas se tuviera el Proyecto Emergente de Enseñanza Remota y muy pronto nos pusimos a trabajar en una cierta normalidad dentro de la contingencia”. 

 

También se ha evidenciado que los servicios de bienestar son mínimos y limitados, y ahí debe incluirse la salud mental, por lo que “esto debiera llevar a una reflexión sobre cómo asignamos nuestros recursos para atender algo tan importante”. 

 

El doctor Peñalosa Castro afirmó que para contender con situaciones de emergencia en lo referente a bienestar y salud mental se requiere un programa o una red que permitan evaluar las necesidades de los miembros de la colectividad, así como trabajar en la prevención y la intervención de los casos en los ámbitos de la orientación psicológica, la promoción sanitaria y el sostenimiento comunitario de estas acciones. 

 

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