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Número 520
8 de diciembre de 2016

FEDERALISMO PERMITE UN INTENSO DINAMISMO A LAS REGIONES

*Coincide con los valores de integración, suma de esfuerzos, compromiso mutuo, respeto por las ideas del interlocutor y solidaridad

 

*Cuando los gobiernos no entregan buenos resultados, el aprecio por la democracia tiende a disminuir


 

La esencia del federalismo coincide con los valores de integración, suma de esfuerzos, compromiso mutuo, respeto por las ideas del interlocutor y solidaridad, tan necesarios en tiempos como los actuales, resaltó el doctor Salvador Vega y León, rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana, al inaugurar el Seminario El federalismo visto desde las regiones, organizado por esta casa de estudios y el Consejo Editorial Consultivo del periódico El Universal.

 

En el acto –en el que estuvo también el maestro Ricardo Raphael, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), y el licenciado Arturo Núñez, gobernador constitucional del estado de Tabasco– el doctor Vega y León indicó que el federalismo permite cooperar en beneficio del conjunto de los miembros y a la vez competir entre las partes, lo cual da a los sistemas federales un intenso dinamismo y crea condiciones de saludable competencia entre las regiones, sus economías, sus sistemas de gobierno y sus sociedades.

 

El Rector General de la UAM agregó que abordar y analizar al federalismo, supone el reconocimiento y existencia de fuerzas distintas del poder central que en armonía se han constituido en baluarte que no puede pasar desapercibido.

 

Durante la mesa Transición del poder local y la democracia mexicana, el doctor Mauricio Merino Huerta, académico del CIDE, señaló que con algunas excepciones como la de Chile, al menos para América Latina y Europa del Este, hay una correlación “clarísima” entre los resultados que arrojan los gobiernos democráticamente electos y el aprecio genérico por el régimen democrático.

 

Sin embargo, cuando los gobiernos no entregan buenos resultados, el aprecio por la democracia tiende a disminuir, lo que ocurre también con la valoración por los “intermediarios” (partidos, diputados, gobernantes) de la democracia.

 

No es clara la correlación en sentido inverso, es decir, no es necesariamente cierto, al menos desde el punto de vista estadístico, que una sutil mejora en los resultados entregados por los gobiernos, tienda a potenciar el aprecio por el régimen democrático en su conjunto.

 

En el caso de México, expuso, esta situación es “particularmente dramática”, dado que tras el proceso que se llamó “de transición a la democracia”, particularmente después del cambio de siglo, se generaron enormes expectativas respecto de la pluralidad política y los resultados que ésta traería.

 

“Lamentablemente los corolarios no se corresponden con esas expectativas”, al menos en los tres puntos más delicados de la agenda pública de largo aliento que son la desigualdad; la inseguridad, que a su vez tiene un relato cotidiano y dramático en las muchas formas de violencia que vive el país, y todos los temas asociados con la corrupción.

 

La distancia entre las expectativas y los resultados que entrega la democracia “se ha convertido en un desafío de tal magnitud que la mayor parte de los mexicanos empieza a contestar en las encuestas que preferiría un régimen autoritario que le resuelva sus problemas, confundiendo a la democracia con estos malos frutos”.

 

Por eso es urgente repensar el diseño institucional de los gobiernos estatales y los municipales, de manera que los municipios tendrían que concentrarse, tomando en cuenta su diversidad, en puntos concretos como la calidad de la vida cotidiana de los ciudadanos, y los gobiernos estatales tendría que encargarse del desarrollo social.

 

Enrique Alfaro Ramírez, presidente municipal de Guadalajara, abordó el tema del federalismo desde la perspectiva de un municipio metropolitano como el que encabeza, y subrayó la necesidad de entender, no en un ánimo despectivo, sino constructivo, que “no todos los municipios somos iguales”; no es lo mismo uno rural que uno metropolitano.

 

La Constitución “ni siquiera aborda el tema metropolitano”, a pesar de que se trata del fenómeno social, cultural, económico y político que más ha marcado el desarrollo del país y de que “ya no estamos en la etapa de la metropolización, sino en la de consolidación del proceso de concentración demográfica y económica”, que ha logrado escalar al nivel megalopolitano, como es el caso de las ciudades de México y de Guadalajara.

 

Temas como la seguridad, el mantenimiento de las vías públicas, medio ambientales, entre otros, no pueden atenderse con una perspectiva que establece límites territoriales, apuntó.

 

En ese sentido, insistió en que no puede medirse de igual manera a los municipios porque se tienen realidades económicas, políticas, sociales y culturales distintas y, por tanto, no pueden establecerse disposiciones legales que partan de la premisa de que son semejantes.

 

El gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, dijo por su parte que el desencanto democrático “recorre el mundo” y “no lo invoco en aras del relevo de nuestras responsabilidades nacionales, pero hoy tenemos la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, el rechazo a los Acuerdos de Paz en Colombia, la elección de Donald Trump, la cuales “son manifestaciones contra el establishment en común”, apuntó.

 

Las anteriores, dijo, son expresiones que tienen que ver con una crisis “muy severa” vinculada con un cambio de civilización y “tenemos que partir de ese hecho”.

 

El descrédito de la política tiene que ver con el vaciamiento del Estado y de cómo perdió la capacidad para “poder hacer” y cómo esto conduce a problemas de ingobernabilidad.

 

El gobernador tabasqueño expuso que el poder político sigue recibiendo reclamos de cosas que no se resuelven en la política y supuestamente debería solucionar la economía; es decir, el modelo neoliberal, el capitalismo salvaje de los mercados financieros desregulados, es la base de lo que está detrás de las crisis políticas “sin menoscabo de las responsabilidades de la propia política, en su desprestigio y de quienes la practicamos en su ejercicio”.