| La relación que una mujer mantiene con su mente y corazón –llevada al límite para librar una búsqueda hacia ella misma– es la línea narrativa de Preludio, obra de la bailarina y coreógrafa María del Mar Glagovsky que fue presentada en el Foro Casa de la Paz de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Las protagonistas de la puesta en escena son la mente, la razón y la locura, encarnadas por tres mujeres que se divierten jugando a la cuerda hasta que dos de ellas discrepan y comienzan a pelear, lo que provoca un gran enredo.
Con la música del guitarrista y cantante Lolo Jiménez y del violinista Héctor Maya, la mente –María Elisa Aranda– buscó que la locura –María del Mar Glagovsky– huyera, antes de que las cosas se complicaran, sin embargo desistió, al comprender que no era una opción.
La coreógrafa explicó que en esta pieza lo importante es conseguir la libertad plena, aunque para alcanzarla se deba “afrontar y asumir los huecos y los llenos de su cuerpo, sin esconder la realidad y manejar la mente y la locura para dar sentido a la vida”.
La combinación de literatura y danza posibilita un recorrido por miedos, emociones y sentimientos encontrados que cualquier mujer –y posiblemente cualquier hombre– realiza para tomar las decisiones más trascendentales de su vida.
Preludio retrata las etapas de dicho recorrido: con el miedo se piensan demasiado las cosas y puede llevar a un punto en que el terror es tal, que controla el cuerpo y la mente, provocando que todo parezca inalcanzable.
En este momento de la vida, como en la obra de teatro, cuando todo se percibe más complicado “y llegamos a desconocernos a nosotros mismos, la vida se pinta de negro pero sabiendo que la libertad es la meta uno no se detiene, al menos si el deseo es en verdad poseerla”.
Cuando el aspecto sentimental es más fuerte y el corazón –interpretado por Anaid Gutiérrez– pinta todo con mayor fuerza y energía, desatando incluso la locura “se deja de pensar en las cosas y aparentemente los problemas son menores, aunque éstos sigan igual”.
Después de varias vueltas “se llega a un punto en el que la razón y la locura pueden llegar a un acuerdo; el conflicto interno se va y al tenerlos en el mismo plano se puede dar cuenta de que las decisiones tomadas fueron las correctas y huir nunca debió haber sido" la salida.
Glagovsky, especialista en flamenco y danza clásica española, explica que la protagonista de la obra, “cargada de energía, liberada y despojada de sus ataduras comienza una etapa de felicidad y gozo, después de comprender que puede existir esa convivencia; aun cuando no ha desenredado todos sus nudos puede encontrar plenitud desde la razón y la locura”.
Dicha meta queda expuesta cuando la mujer, fortalecida y con una gran sonrisa en el rostro, se desinhibe y comienza a bailar flamenco sobre una tarima: “es el momento en que no importa nada ni nadie; la mente y el corazón simplemente se quedan expectantes ante el vigor que ella irradia”.
Glagovsky es licenciada en educación dancística, con orientación en el género español; la egresada de la Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello del Instituto Nacional de Bellas Artes ha impartido clases de ballet, jazz y flamenco. |