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Número 484
11 de julio de 2018

FELIPE EHRENBERG, GRAN CRÍTICO DE LAS RELACIONES DE PODER:

CÉSAR MARTÍNEZ SILVA

 * Por ese carácter no gozó de reconocimiento, pero seguramente se convertirá en artista de culto

 

Como un artista que dio nuevo sentido a la imagen y todo lo que pintó y actuó claramente llevó un código personal, en obras que parecían tener vida y vigencia propias describió a Felipe Ehrenberg el doctor César Martínez Silva, profesor de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
 
El profesor de la Casa abierta al tiempo realizó dos piezas en homenaje al artista: Estamos a mano Felipe, que consistió en una mano con silicona tatuada de falanges, que Ehrenberg llevaba en alusión a Guadalupe Posada.
 
La segunda –montada en la Plaza Roja de la UAM Azcapotzalco– consistió en la instalación Globalización de la mirada, creada con 250 globos de helio sujetos al suelo y liberados a la atmósfera con los deseos de estudiantes.
 
Durante la mesa de análisis Dibujar sin piedad dejó claro que Ehrenberg era un gran crítico de las relaciones de poder, que “a todo encontraba un pero y un por qué, con observaciones bastante acertadas”, lo que le costó no tener el reconocimiento oficial.
 
El también licenciado en Diseño de la Comunicación Gráfica por la UAM mencionó que el homenajeado combinó el muralismo mexicano, con gran carga institucional e histórica, y el arte contemporáneo, con piezas de trazos sutiles y otras de gran carga ideológica.
 
Pero como el reloj no gira en la misma forma para todos, Ehrenberg recibirá el reconocimiento “ahora, cuando ya no está entre nosotros y seguramente llegará a ser un autor de culto” cuya obra ayudará a entender periodos históricos.
 
“Dicho carácter de culto llegará no sólo por su buen trabajo –que en verdad lo es– sino por una especie de culpa institucional, un arrepentimiento por no haberle dado el lugar que merecía”, dijo.
 
En la mesa –en la que también participó artista visual Marcos Límenes– fue analizada su colección de memes, un trabajo que consistió en la recolección de imágenes digitales con críticas al gobierno que recurrieron a la burla y al sarcasmo contra la impunidad y la tragedia.
 
“Ehrenberg era arte en sí; muchas de sus piezas, tanto pinturas como performance o películas, no tienen el mismo sentido si no se entiende la personalidad del autor, convirtiéndose él en un elemento activo, una pintura sola pierde sentido si no se sabe quién fue su creador”, expresó Martínez Silva.
 
Coincidieron ambos artistas en que el homenajeado era único pues todo el tiempo estaba pensando en la estética de los objetos, “incluso durante las comidas pintaba piezas de arte en las tortillas, era una figura entrañable y difícil de olvidar”.
 
La UAM montó la exposición La última y nos vamos en la Galería Metropolitana bajo la curaduría de Lourdes Hernández Fuentes y Víctor Muñoz, que estará abierta al público hasta el 28 de julio.