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Número 427

17 de septiembre de 2019

ALUMNAS DISEÑAN BOLSA DE BIOPLÁSTICO PARA REDUCIR

LA HUELLA CONTAMINANTE

El prototipo, uno de los cinco mejores en el Global Startup Weekend Sustainable Revolution

 

La propuesta busca abatir el índice de 53 kilos de basura que cada persona genera al año

 

Alumnas de licenciatura de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) crearon una bolsa de bioplástico –para empacar artículos de higiene y belleza fabricados por artesanos mexicanos– como parte de una iniciativa que busca reducir la generación de desechos sólidos e impulsar el comercio sustentable.

 

El prototipo fue seleccionado como uno de los cinco mejores del Global Startup Weekend Sustainable Revolution, concurso realizado en la Ciudad de México –financiado por Google for Entrepreneurs en el país– y que representará a esta de casa de estudios en enero de 2020 en París, Francia, durante un encuentro de emprendedores.

 

La propuesta –denominada LIA, mujer en zapoteco– pretende reemplazar bolsas y envases tradicionales en la venta y distribución de mercancías por algunos elaborados con bioplástico, según un modelo de economía circular empeñado en reducir el promedio de 53 kilos de residuos que emite cada habitante de la capital.

 

El equipo está conformado por Valeria Lucía Damián del Pozo, estudiante del primer trimestre de Ingeniería Química; Viridiana Giselle López Sánchez y Carolina Ortiz Colunga, egresadas de Administración y de Ingeniera Ambiental, en ese orden, todas de la Unidad Azcapotzalco, así como por Samantha Esparza Alcántara, matriculada en el octavo trimestre de Ingeniería de los Alimentos de la Unidad Iztapalapa, y Anne Rambaud, asesora financiera y cofundadora de LIA.

 

En entrevista detallaron que el proyecto no se limita al diseño de la bolsa, sino que considera el apoyo al comercio sustentable entre productores locales y clientas, al fungir como puente de conexión desde la plataforma e-commerce, mediante la cual tejerán redes de compra-venta de champú, jabones o cremas elaborados por procesos naturales que prevén el cuidado del medio ambiente para modificar hábitos de consumo enfocados en la protección de la naturaleza.

 

De acuerdo con el esquema, la usuaria deberá suscribirse en el sitio Web para adquirir una caja con los artículos, que podrá volver a solicitar y será en ese momento cuando ocupará el bioplástico, que será entregado por los fabricantes, ya que la idea es que las botellas originales sean rellenadas para que sólo se ocupe una al año.

 

Las universitarias favorecen la unión entre clientes ecológicamente responsables y quienes aspiran a lograr ventas mayores, explicó Ortiz Colunga; hay estadísticas según las cuales una persona compra al menos 20 botellas de champú, tres tubos de pasta dental y cinco de jabón líquido al año, todo lo cual suma 53 kilogramos (Kg) de residuos plásticos en el mismo periodo por cada habitante de la Ciudad de México, mientras que por cada kilogramo de este tipo de basura se produce 1.5 Kg de dióxido de carbono.

 

Esparza Alcántara informó que el bioplástico está hecho de agua, grenetina y glicerina mezcladas a alta temperatura, y en estado líquido sirve para elaborar bolsas o empaques, los cuales, una vez que han cumplido su vida útil son degradados en un máximo de 50 días e incluso pueden ser aprovechados para hacer composta. Por todo ello, el equipo de LIA aspira a contribuir a reducir la huella contaminante en el planeta, con la simple disminución del empleo de contenedores plásticos.

 

Hasta hace unos meses, las participantes de la Casa abierta al tiempo en el Global Startup Weekend Sustainable Revolution no se conocían, sin embargo, sus inquietudes personales respecto de la crisis medioambiental global las reunió para presentar conjuntamente sus propuestas sobre cómo detener la huella de contaminación humana en la Tierra.

 

Ortiz Colunga relató que al llegar al concurso se organizaron equipos y les tocó trabajar juntas. Al ser todas estudiantes de la UAM emprendieron un proceso creativo compartido a partir de sus coincidencias sobre los residuos por el uso de champú, por ejemplo, y su primera idea fue crear un e-commerce, no sólo para vender sino para abrir opciones sobre qué hacer con los desechos.

 

La plataforma quedó enfocada “en productos de belleza, porque es algo con lo que batallamos a diario, luego pensamos en qué hacer con los envases y llegó Samantha con los prototipos de bioplásticos que podían ser rellenados y, cuando nos dimos cuenta, LIA había nacido”, rememoró la licenciada en Ingeniería Ambiental.

 

En apenas 54 horas presentaron la propuesta completa a un jurado de emprendedores al que –en escasos cinco minutos– debían convencer –lográndolo– de la viabilidad de la iniciativa; la siguiente etapa consistió en promocionar el aporte en un video para una votación vía Internet, lo que derivó en la selección de 20 proyectos, de un total de 52, y finalmente una comisión internacional eligió los cinco mejores –LIA entre ellos– para acudir a París en 2020.

 

Damián del Pozo señaló que al inicio dudaban de tener un mercado para su desarrollo, pero las reglas del certamen pedían salir a la calle a realizar un ejercicio de mercadeo rápido, en el que “la gente nos decía que estaba dispuesta a tomar esta opción y así fue como definimos nuestro objetivo en el nivel medio alto: mujeres de entre 20 y 45 años de edad vecinas de las colonias Roma y Condesa, y la zona de Reforma”.

 

Aunque están conscientes de que LIA no es el primer proyecto abocado a combatir la contaminación medioambiental, las jóvenes trabajan con el distintivo de apoyar el emprendimiento mexicano y a los productores sin herramientas para competir en el mercado. Ahora se aprestan a ir a París el año próximo en busca de financiamiento empresarial, con la seguridad de que si no lo consiguieran desplegarán su plan de negocio en las redes que tejan con fabricantes.

 

El equipo ha establecido contacto con Somos tierra, colectivo cuyas ganancias destinan a la regeneración del bosque de La Marquesa; también con Ajolote negro, una marca que cuida de la especie endémica de Xochimilco con recursos de sus artículos naturales; Teia, que elabora cosméticos naturales, y Plan bee, que ofrece opciones sustentables en higiene y belleza.

 

La intención es “que los fabricantes con los que laboramos tengan la certificación denominada ecofriendly –respetuosa de los ecosistemas– para dar certeza al consumidor; en este proceso de construcción de la marca estaremos generando toda la información para dar una posibilidad contractual en la que ellos sean los primeros beneficiados”, refirió Ortiz Colunga.

El ciclo de comercio sustentable cerrará con un sistema de reparto o entrega de mercancía en bicicleta –un transporte no contaminante– y para ello las emprendedoras diseñarán un mapeo de zonas y rutas, ya que las compradoras recibirán los productos en la puerta de sus casas.