La posibilidad de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) impulse la candidatura de una mujer indígena a la presidencia de México significa que en dicha organización se discute el camino a seguir, lo cual ha provocado preocupación en líderes de partidos de izquierda, señaló Alberto Acosta, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), de Ecuador.

Durante su participación en el Primer Congreso Nacional de Estudios de los Movimientos Sociales, realizado en la Rectoría General de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), dijo que esas reacciones muestran que hay en la política una visión de los movimientos como si fueran “un hermano menor o subdesarrollado”. Además de generar preocupación, acciones como la del EZLN son consideradas como un intento de “hacer el juego a la derecha”.

En el Conversatorio Magistral: Realidades y retos de los movimientos sociales en América Latina, Acosta se refirió a los movimientos indígenas que han emergido con fuerza como sujeto político, por ejemplo en Bolivia, y señaló que en esos procesos los pueblos originarios han reaccionado pensando en la colectividad, un rasgo “que marca la diferencia con otros movimientos circunscritos a lo particular o coyuntural”.

En América Latina se requieren gobiernos que no reproduzcan la lógica de la acumulación del poder tradicional y en ese escenario, los movimientos sociales deben seguir jugando un papel fundamental. Cada caso concreto es diferente y no debe caerse en generalizaciones, “pero lo que sí nos debe quedar claro es que la presencia de los movimientos sociales es fundamental en la presente etapa” que vive la región.

Los movimientos sociales “son indispensables para ‘sazonar’ el drama de la política” y en ese sentido tiene que darse paso a aquellos que generen una “tensión creativa” con las contradicciones que aparezcan. “Ser movimiento social es disputar el poder sin llegar a ser poder o siendo poder, pero garantizando simultáneamente la existencia de acciones sociales autónomas”.

El investigador afirmó que deben ser autónomos del gobierno, incluso tratándose de un régimen propio, porque es la única manera de exigir a éste mantener una vocación utópica de futuro necesaria en el hemisferio. Los movimientos tienen que esforzarse en construir sociedades democráticas.

Manuel Antonio Garretón, investigador de la Universidad de Chile, consideró que hay un cambio “epocal” de los movimientos sociales en América Latina.

Las reformas neoliberales, la globalización y la dimensión cultural que promovió el individualismo y la idea del ser humano como consumidor, entre otros factores, produjeron un resquebrajamiento del tipo de relación Estado-sociedad, apareciendo nuevas acciones que buscan reconstruir el Estado social sobre el principio de la igualdad.

En la región hubo países “que dieron un salto: Brasil y Uruguay, con Lula y Mujica, respectivamente, y otros que no: México. La crisis que hoy enfrenta Brasil, que tenía un modelo interesantísimo de vinculación entre movimiento social, partido político y liderazgo personal lleva al predominio de la dimensión del malestar, al rechazo.

“En esta época hay movilizaciones en las que predominan distintas dimensiones –antineoliberal, de reclamo de derechos por parte de los ciudadanos e identitaria– y esto va a dar paso a la dimensión refundacional”.

El Congreso Nacional de Estudios de los Movimientos Sociales. Repensar los movimientos. Diálogos entre saberes y experiencias continuará mañana martes a partir de las 9:00 horas en la Rectoría General de la UAM con la realización de mesas de trabajo y la inauguración oficial a las 11:30 horas. A las 12:30 horas se llevará a cabo el Conversatorio Magistral Realidades y retos de los movimientos sociales en México con la participación de Armando Bartra, Sergio Zermeño y John Holloway.

El programa completo puede consultarse en: conemsmx.comie.org.mx