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Número 418
13 de agosto de 2020

LAS FAKE NEWS, EFICACES POR SU CONTENIDO EMOCIONAL

*El académico participó en la 15ª Semana de la Cultura Digital convocada por la Unidad Xochimilco

de la UAM 


 

La falsa información –conocida en inglés y el argot cotidiano como fake news– presente en muchas de las plataformas de internet está diseñada con un componente emocional que produce un efecto de aceptación inmediata sin criterios de discernimiento, indicó Manuel Alejandro Guerrero Martínez, director del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana.

 

Los avances en neurociencia han demostrado que el mecanismo emocional del cerebro no sólo es indisociable de lo cognitivo, sino que de hecho la parte afectiva a veces desplaza la racional; es el caso con el COVID-19, ya que la gente antes de analizar la veracidad científica de los datos, los pasa por el filtro de la simpatía o animadversión de quienes proporcionan la noticia para tomarla o desecharla.

 

La información sobre el coronavirus está pasando por la politización, anteponiendo si se está en favor o en contra del gobierno que la provee, lo cual es grave, advirtió en la 15ª Semana de la Cultura Digital, realizada por streaming y organizada por el Laboratorio Multimedia y la Coordinación de Educación Continua y a Distancia (CECAD), ambas instancias de la Unidad Xochimilco. 

 

Por ello es necesaria la alfabetización mediática que plantea la autorreflexión, tomando distancia de toda la vorágine informativa que pervive en la red, dijo Guerrero Martínez, vicepresidente del Comité Ejecutivo de las Cátedras UNESCO en Comunicación. 

 

La generación de múltiples espacios ha generado un contexto definido como posverdad, que refiere que lo que “tomamos como verdadero no depende de los datos, de la evidencia, sino del grado de credibilidad que le demos al contenido para aceptarlo como un hecho”, esto ha ocasionado la caída de la confianza en las instituciones políticas tradicionales y, al mismo tiempo, ha favorecido que los políticos en el poder mientan con mayor facilidad.

 

Las fake news tienen dos acepciones: la misinformation o inexacta, pero que no obedece a una mala intención, sino a una falta de rigor en el trabajo periodístico y la disinformation o perniciosa, falsa, creada ex profeso para confundir o engañar con objetivos políticos o comerciales, y que suele distribuirse mucho más rápido y con mayor alcance que la verdadera. “Está probado que los usuarios tendemos a difundir las noticias falsas con mucha mayor frecuencia que la auténtica”.

 

Para poder identificar las noticias falsas habría que analizar cuál es la plataforma que la está publicando, cuáles son las fuentes que utilizan, si la difunden también otros medios de prestigio; una vez considerado todo esto, “más allá de si estamos de acuerdo, si nos gusta o no, habría que preguntarnos si conviene compartir o socializar dicha información”. 

 

La tecnología permite ahora la creación de sitios a un costo muy bajo, generando una competencia feroz a la que denominan economía de la atención, pues al existir tantas plataformas y un consumo tan fragmentado, los sitios pelean por capturar la atención y enganchar con sus contenidos; esto ha provocado la necesidad de atraer audiencias a través de recursos poco fiables, incluido el amarillismo, con encabezados que a veces resultan engañosos.

 

El Washington Post o el New York Times han perdido su influencia por los contrapesos de muchos otros medios digitales y los criterios de veracidad han quedado en un segundo plano frente a la importancia de difundir una verdad relativa. Este impacto se ve también en el nivel de las audiencias, que por un lado resulta positivo pues ha permitido visibilizar nuevos temas y derechos, con sectores que no tenían acceso y ahora cuentan con una voz y espacio.

 

Sin embargo, el otro lado de la moneda es que esos mismos mecanismos digitales son utilizados por grupos que no están en favor de una sociedad abierta, plural, tolerante y de respeto a las libertades de todos, y que desafortunadamente también impactan en la vida pública.

 

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