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Número 328

2 de agosto de 2019

SAFISMO Y NORMA EN LA ÉPOCA PORFIRIANA

*Luis de Pablo Hammeken habló del tema durante la Jornada por la inclusión,

realizada en la Unidad Cuajimalpa

 

Las sociedades generan sus propios marginalismos, que lejos de resultar ajenos constituyen una parte inherente e inseparable cada una, apuntó el doctor Luis de Pablo Hammeken al dictar la charla Vicios contra natura: safismo y pederastia en una cárcel porfiriana.

 

Al participar en la Jornada por la inclusión: gracias por su preferencia… sexual, realizada en la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), refirió los imaginarios de la sociedad mexicana respecto de las prácticas homosexuales.

 

El investigador discurrió sobre su artículo Peinarse con la raya a un lado: prácticas y percepciones del safismo en la cárcel de Belem, en el que aborda las entrevistas que el periodista Carlos Roumagnac hizo en 1904 a mujeres recluidas en esa prisión de la Ciudad de México.

 

Dicho trabajo aporta información sobre la homosexualidad femenina o safismo, como era llamado en la época, tal y como era practicado por las presas, así como sobre la forma en que la sociedad porfiriana percibía dicha práctica, que recibió una atención menor entre los estudiosos de la época, por lo que llama la atención el olvido casi absoluto al que se ha relegado y el vacío historiográfico que existe al respecto.

 

En ese periodo el país se movía con ritmo frenético hacia lo que se consideraba la modernidad, pues con los avances tecnológicos y la vertiginosa industrialización llegaron también nuevas y provocativas tendencias culturales, y “fue así como la sociedad mexicana se enfrentó a problemas sociales inéditos y la necesidad de nuevos y mejores mecanismos de control para mantener el orden en una era marcada por el progreso”.

 

Además, siguiendo al investigador Solange Alberro, explicó que la definición de lo que constituye una infracción o una simple falta a la norma y el tratamiento que se le otorga al transgresor, guardan una estrecha relación con los intereses, proyectos y proyecciones de una sociedad dada.

 

“Quienes atentaban contra sus reglas ocuparon el lugar que habían dejado vacante los idólatras, las brujas y los herejes en las épocas pasadas, y de esa forma la locura, la criminalidad, la prostitución y el alcoholismo, entre otros fenómenos fueron redescubiertos, convirtiéndose en problemas cuya solución se percibía como cada vez más urgente”.

 

El doctor en Historia por el Colegio de México señaló que lo marginal vino a ocupar el centro mismo del imaginario colectivo, donde la norma y la moralidad porfiriana condenaban estos tipos de desviación.

“El diálogo entre Roumagnac y las presas refleja el encuentro entre dos esferas axiológicas muy distantes entre sí: la de la cárcel y la del mundo exterior. Así, dentro de la prisión, el safismo era visto como una conducta frecuente y tolerable, que nadie se molestaba en ocultar o reprimir”.

 

Entre todos los modos de desviación de la norma, apuntó que fue una la que más llamó la atención de la opinión pública, lo que en el léxico de la época se llamaba pederastia, es decir, un sinónimo de cualquier forma de homosexualidad masculina, término que refería la relación entre jóvenes y hombres mayores.

 

Finalmente, De Pablo Hammeken indicó que en el ámbito de la moralidad dominante en la sociedad porfiriana, la homosexualidad no era considerada sólo un vicio aberrante, en tanto que atentaba contra la naturaleza, sino también como una actividad peligrosa y disruptiva, al quebrantar el orden y la jerarquía sociales, valores supremos para el paradigma positivista.