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Número 323
12 de junio de 2020

LA PANDEMIA DEL COVID-19 HA LLEVADO AL MUNDO
A DEBATIR UN CAMBIO DE PARADIGMAS

*La Dirección de Apoyo a la Investigación de la UAM convocó a un foro de análisis de la crisis sanitaria

 

*En este momento inédito, el virus circula tan rápido como las ideas, las noticias y las imágenes


 

 

Poco más de cien años después de la “mal llamada gripe española” y cuando imperaban el consenso en favor del neoliberalismo y el optimismo en que las pandemias eran cosa del pasado gracias al progreso de las ciencias médicas, el mundo enfrenta un momento inédito con la propagación del COVID-19, que lo ha llevado a debatir un cambio de paradigmas en los terrenos de la salud, la economía y la política, coincidieron los historiadores Claudia Agostoni Urencio y Alejandro Estrella González.

 

La profesora del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el docente del Departamento de Humanidades de la Unidad Cuajimalpa participaron en el primer Foro académico: La investigación UAM presente ante la pandemia, convocado por la Dirección de Apoyo a la Investigación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

La peste negra en el siglo XIV en Europa; la viruela en la Conquista española; el cólera hace casi 200 años en México; la fiebre española en el periodo 1918-1919; el VIH a partir de 1981 y el nuevo coronavirus han provocado catástrofes en distinto grado por las cuantiosas pérdidas en vidas humanas y las secuelas en la economía, los patrones de convivencia comunitaria, la gestión estatal; las políticas sanitarias y en la medicina misma, destacó el doctor Carlos Illades Aguiar.

 

El miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia, moderador del encuentro virtual, consideró que la dimensión geográfica y el contexto de crisis en el cual ocurrió la gripe española, hace una centuria, sirven para abordar los efectos del COVID-19.

 

La expansión de la “mal llamada fiebre española” –ya que comenzó en Estados Unidos– duró cerca de seis meses, enfermando a casi un tercio de la población global –500 millones de personas– y matando a otros 50 millones. En su segunda ola, en el otoño de 1918, arribó a México, donde su manifestación fue desigual debido a que el país estaba inmerso en la fase armada de la Revolución Mexicana y con la mayor parte de los habitantes azotados por el hambre, relató la doctora Agostoni Urencio.

 

Dicho padecimiento “llegó en el peor momento” debido a la fragilidad de la gente y del sistema sanitario –con dos mil 500 médicos diplomados para 15 millones de mexicanos– y fue enfrentada con cuarentenas, la separación de sanos e infectados y el aislamiento forzoso, entre otras medidas, pero no se pudo lograr gran cosa y más de 40 mil hombres y mujeres fallecieron.

 

Aun cuando existen estudios sobre los efectos de aquella crisis, durante décadas no fue sometida a análisis, por lo que no quedó rastro histórico de ella, dijo la autora de Médicos, campañas y vacunas. La viruela y la cultura de su prevención en México, 1870-1952.

 

La contingencia “no resultó en cambios notables” ni alentó transformaciones, pues “si se revisa la referencia de los programas sanitarios implementados al término de la Primera Guerra Mundial o de la Revolución, no hay alusión alguna al impacto de la influenza” y por eso algunos autores hablan de “la pandemia olvidada”, señaló la especialista durante su participación en el foro.

 

El doctor Estrella González sostuvo que hay estimaciones económicas generales, pero es difícil poder medir los estragos, aunque parece claro que no los hubo muy fuertes ni de largo plazo y a finales de 1918 se ubica el momento de mayor caída en ese ámbito, con un rápido crecimiento y sin una consecuencia de la peste de amplia duración.

 

El motivo pudo ser que el planeta estaba menos interconectado y luego de aquella gran conflagración la comunicación se tornó más intensa, es decir, esa fase temprana de finanzas internacionales hizo quizá que los resultados de la contingencia no fueran tan duros. 

 

La doctora Agostoni Urencio subrayó que el siglo XX se caracterizó por una suerte de celebración del progreso y la percepción de que las epidemias eran sucesos que ya habían quedado atrás, merced al avance de las ciencias médicas; el aumento en la esperanza de vida; el conocimiento de las causas terapéuticas de múltiples padecimientos; las operaciones menos invasivas, y el mejor manejo de las emergencias. 

 

Así fue como “partimos de un final de siglo en el que el optimismo y el sueño de la conquista de los males infecciosos prevalecían”, dejando de lado la intervención en las determinantes sociales de múltiples padecimientos y, por lo tanto, frente a la actual pandemia “iniciamos con dos pies izquierdos: por una parte, el supuesto dominio de las enfermedades contagiosas y, por otra, la no inversión en infraestructura y promoción de la salud”. 

 

Lo que está a la vista en México es un sistema público muy fragmentado, con carencias básicas que ya se observaban incluso antes de la crisis de influenza de 2009, cuando se propuso invertir en investigación y fortalecer los programas del sector, lo que “no aconteció y ahora estamos en un momento inédito en el que la circulación del virus es igual de rápida que la de las ideas, las noticias y las imágenes”.

 

Sin embargo es indispensable hacer un llamado de atención a la comunidad médica nacional e internacional para propiciar un cambio profundo en el impulso de la salud, así como la cooperación en el trabajo científico y en la preparación para próximos momentos de emergencia epidémica. 

 

Hasta hace poco había consenso en favor del neoliberalismo y se daba por hecho, “como que sale el sol cada día”, pero el patógeno ha creado un efecto mucho mayor que cualquier tipo de ideología o de organización que “hayamos sido capaces de crear”.

 

El presupuesto de ese modelo –que concibe a las personas como individuos y votantes– queda en suspenso, en tanto que las políticas estatales han intervenido no pensando en los individuos, sino en la población y las instituciones sanitarias que la cuidan, es decir, “nos recluimos, no para salvarnos cada uno de nosotros, sino para evitar que colapsara el colectivo” y esto es muy importante, porque representa una ruptura con la idea del sujeto egoísta que busca maximizar beneficios.  

 

Ahora se habla de la necesidad de una mayor intervención del Estado para tener sistemas fortalecidos que no sucumban ante otra emergencia, además de que la economía debe ser reorientada hacia nuevos nichos. 

 

Estos elementos no estaban sobre la mesa y el debate ha quedado abierto para determinar hasta dónde estas transformaciones se llevarán a cabo, porque implican un cambio de paradigma que depende de muchas variables, incluidas las capacidades particulares de cada Estado.

 

La serie de Foros académicos: La investigación UAM presente ante la pandemia, abierta con el tema Catástrofe y crisis en la historia, busca constituirse en un espacio de encuentro virtual entre profesores de la Casa abierta al tiempo, la comunidad universitaria y la sociedad para que mediante charlas sobre diversos campos del conocimiento –humanístico, científico, tecnológico y artístico– sean analizados los complejos desafíos planteados por el COVID-19, así como difundir indagaciones y proyectos en curso.