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Número 279
21 de junio de 2016

EL MAYOR RETO DE LA CIUDAD DE MÉXICO ES DAR RESPUESTA A LAS NECESIDADES DE LOS JÓVENES

*La Carta Magna capitalina deberá ser un instrumento que finalice con la desigualdad y favorezca la justicia y la convivencia

 

*Alejandro Ordorica Saavedra fue uno de los promotores de la democracia en esta ciudad


 

 

Casi tres millones de jóvenes de entre 12 y 29 años de edad viven, disfrutan, padecen y apuestan su futuro en la Ciudad de México, enriquecida sin duda con la vitalidad de ese segmento de población cuya respuesta a sus necesidades entraña uno de los mayores retos, señaló Ana Lilia Cepeda, ex directora general del Fideicomiso Centro Histórico de la Ciudad de México.

 

Como oradora en la serie de sesiones Hacia un país de verdad. Diálogos en homenaje a Alejandro Ordorica Saavedra dijo que la capital del país ofrece oportunidades y afronta grandes pendientes, entre ellos el educativo.

 

No obstante es un espacio inquebrantable capaz de soportar dolores profundos, desastres y aun alzarse, levantar cabeza, guardar esperanza y renacer.

 

En la década de 1970, la zona conurbada registraba seis millones 900 mil habitantes; “para 2015 alcanzó la cifra descomunal de 22 millones y se dice que dos de cada diez mexicanos habitan la ciudad, una de las más pobladas del mundo”.

 

La Central de Abastos es la comercializadora de alimentos más grande del mundo donde se realizan operaciones por 12 mil millones de dólares al año. Y esto es sólo una parte de una ciudad “liberal, innovadora, diversa y creativa, siempre dispuesta a nutrirse de la energía de las nuevas generaciones”.

 

La Mesa: Ciudad, jóvenes y futuro reunió a amigos, familiares y estudiosos para proponer soluciones y remarcar desafíos ante los cambios políticos que conllevará la institución de la Carta Magna capitalina.

 

Coordinada por el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu) de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la sesión contó también con la participación de Diego Flores Magón –director de la fundación que lleva el nombre de su abuelo y que se ha dado a la tarea de preservar los archivos históricos de la familia Flores Magón, en especial de la Revolución Mexicana– quien habló de la frontera entre el museo y el vecindario del Centro Histórico turístico.

 

Es un centro popular o proletario que más allá de mezclarse se excluye de manera mutua, en un fenómeno que se ha ido agudizando “en la medida en que recursos públicos y privados destinados al remozamiento de la zona han sido desiguales”.

 

El también director de la Casa de El hijo del Ahuizote indicó que este centro cultural ubicado en la calle de Colombia no ha recibido inversión pública alguna. “No me parece exagerado decir que nos encontramos dentro de un gueto del Centro Histórico y, sin embargo, no dejamos de estar nominal, legal y administrativamente dentro del perímetro “A” del centro, es decir, en una zona declarada como patrimonio de la humanidad”.

 

Flores Magón instó a construir la ciudad por medio de la democracia, pues la respuesta es la colaboración: “se trata de idear modos de participar y de interlocución para despertar a una juventud que me parece es utópica”.

 

En la Casa Rafael Galván, centro de extensión educativa y cultural de la UAM, la conversación continuó con la intervención Eduardo Langagne, quien describió la capital como una urbe de paradojas y transformaciones donde “no hay joven que no haya sido testigo y protagonista de ellas.

 

“A todos los que hemos sido jóvenes en esta ciudad, nos ha tocado participar activamente en la lírica del espacio urbano. Construir la propia lectura de la ciudad, traducirla e interpretarla. Mi generación llamaba México tanto a la ciudad como al país sin hacer diferencias, pero ahora se propone escribir una nueva narrativa, diferenciada de otras”.

 

Para el escritor la Carta Magna debe atender la diversidad y constituirse en un instrumento que finalice la desigualdad y favorezca la justicia y la convivencia al reflejar las realidades colectivas y culturalmente complejas.

 

“Mientras existan hombres, mujeres, jóvenes y ciudades que deseen conservar su pasado, las historias quedarán vivas”. Las palabras de los profetas están escritas en las paredes del Metro, por ejemplo en la canción The sound of silence, escrita por Paul Simon hace 52 años, la edad del fuego azteca. “Y aquí están los ciudadanos, canta Serrat, anónimos y desterrados en el ruidoso tumulto callejero”.

 

Manuel Perló, director del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, optó por reivindicar la faceta urbanista de Ordorica Saavedra, el conocedor, amoroso como uno de sus libros iniciales Ciudad de amores.

 

El homenajeado fue uno de los promotores de la democracia en esta ciudad. Vivió una etapa interesante de transición como delegado político en Tláhuac, una zona agraria distinta al resto de la ciudad y la parte que ha conservado su memoria histórica. Los cargos públicos que desempeñó le valieron el reclamo por parte del público de escribir un libro que recopilara cada una de sus experiencias políticas.

 

“Hay que reivindicar la vocación pública de servicio” en una época de mucho cinismo y escepticismo. Y reconoció en Ordorica Saavedra “la muestra de que puedes permanecer como una persona íntegra; creo que nos debe un libro, pues ese conocimiento construido puede ayudarnos a construir un mejor futuro”, finalizó Perló.

 

La última sesión tuvo lugar el jueves nueve de junio con un recorrido por la vida y obra de Ordorica Saavedra, quien recibió un reconocimiento por parte de la Rectoría General. Ese día fue clausurada en la Casa Galván la exposición De mí para ti, de Martha Chapa.