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Número 249
4 de junio de 2016

MOMENTOS DE LA CONDUCTA HUMANA

*La muestra de Áurea Ávalos y Pérez ocupó hasta este tres de junio la Galería de Arte Iztapalapa

 

*En su obra coexisten el amor y el odio, la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la realidad y los sueños, la guerra y la paz

 

 

La conducta humana y las consecuencias de cada acto para el resto de la sociedad, los animales y la naturaleza están expresados en el trabajo artístico de Áurea Ávalos y Pérez, en cuya obra coexisten el amor y el odio, la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la realidad y los sueños, la guerra y la paz.

 

Todos los temas que la inquietan figuran en la recopilación de pinturas de Momentos, muestra presentada hasta el tres de junio pasado en Galería de Arte Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

Mi nombre es Delia plantea la violencia de género y las marcas físicas y emocionales que deja en la víctima; El plato vacío evoca la pobreza, la carencia alimentaría y el sufrimiento. La autora brinda un ejercicio de reflexión sobre la realidad imperante en varias esferas de la vida en las que coexisten el amor y el odio, la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la realidad y los sueños, la guerra y la paz.

 

La muestra reúne diferentes etapas de la artista, quien combina lo realista con lo abstracto y utiliza texturas de objetos: el bordado de una tela o la esquina desgastada de alguna mesa de madera para crear un orden que de inmediato lleva al caos.

 

Ávalos y Pérez emplea texturas visuales y táctiles diversas para acentuar las capas de color en ciertos puntos, como se percibe en el dibujo El lápiz.

 

La autora ha trabajado técnicas diferentes durante su trayectoria: óleo, acuarela, acrílico, pastel e incursionado en el dibujo con carbón, grafito, tinta china, sanguina y punta de plata, y en el grabado con lámina de zinc.

 

En su obra se aprecia la geometría junto a formas orgánicas, recurriendo al contraste en claroscuro, como se observa en Crescendo y en Derrumbe, en las que resaltan zonas con frottage –técnica consistente en frotar un lápiz sobre una hoja colocada sobre un objeto– y el collage, que surge de cortar la imagen original con tijeras y volverla a pegar.