Imprimir
Número 221
31 de marzo de 2018

OHTLI-CAMINO, UNA REFLEXIÓN SOBRE DISCRIMINACIÓN

*La obra aborda la marginalidad educativa y social que padecen los infantes indígenas

 

 

En otra historia “habría tenido alas grandes y fuertes o hubiera sido un ave que asuste o dé asco, pero no: de todos los alados que pude ser fui un pájaro gris de ciudad”, se quejaba un gorrión antes de morir ante un grupo de niños que pasaban al agonizante de mano en mano, en la puesta en escena Ohtli-camino.

 

La obra fue representada en el Centro de Difusión Cultural Casa Rafael Galván de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) como parte del programa de artes escénicas del Foro Casa de la Paz y aborda la marginalidad educativa y social que afecta a la población indígena infantil, que recibe instrucción académica en una lengua distinta a la materna y una forma particular de percibir la realidad.

 

En la búsqueda de razones al rezago o la alta deserción escolar, la compañía de teatro La paradoja del gato identificó el carácter mono parlante y cultural impuesto por el modelo federal –que excluye la cosmovisión de los pueblos originarios– como un gran obstáculo para el desarrollo de ese segmento de la sociedad mexicana.

 

El proyecto El camino busca generar la reflexión en torno a la discriminación que sufren las comunidades autóctonas en el mundo neoliberal, en el que los estereotipos caucásicos o nórdicos son impuestos como el ideal de belleza.

 

El escenario es convertido en aula, patio de juego y sitio para analizar los 1100 tonos de piel que fueron agrupados en 186 colores de una guía pantone utilizada en la industria de las artes gráficas, lo que motivó a los niños a preguntar ¿a quién representa el color carne?, mientras coloreaban autorretratos y expresaban sus preferencias a ser más blancos y “menos prietos”.

 

Con un montaje carente de elementos escenográficos grandes y un vestuario sencillo: hojas de papel y un pizarrón improvisado, los actores expusieron sus interpretaciones de la soledad que produce la marginación: “mis alas se movían todavía; el viento de la noche debió haberme empujado del nido; mi madre estará furiosa; habrá que mudarse a un edificio mejor, aquí hay peligro.

 

“Ahora me enfrento con un ejército feroz de gusanos gigantes que se agrupa y se enrosca hambriento; no es más fuerte que yo pero tiene un plan y eso es bueno cuando no se posee otra cosa; no hay gran asunto que repartirse de mí, pero se las ingenian: todos me toman, mis hermanos gusanos también serían su carnada. Por favor terminen esto… debe ser esto sólo una historia de nido”, cavilaba un pájaro poco antes de morir en manos de menores de edad a quienes no se les inculcó el respeto a la vida.

 

Jennifer Moreno, directora y dramaturga, expuso la relevancia de procurar espacios para la revisión de pensamientos distintos a los de la academia, así como de destacar trabajos de investigación de los herederos directos de la cultura. En La paradoja del gato participan Vico Hernández, coreógrafo; Carlos Gómez Matus, Moreno y Santos de la Cruz, poeta indígena y colaborador del proyecto, quienes comparten experiencias de segregación educativa y dan voz a sus poemas.