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Número 166
10 de marzo de 2018

UN RECORRIDO POR TEXTURAS URBANAS EN MEMENTO URBIS

*La muestra de Daniela Terroba estará abierta en la Unidad Iztapalapa hasta el 16 de marzo

 

Un entramado gráfico que parte de la búsqueda formal mediante la exploración de formas, soportes y materiales en óleo, grafito o acrílico recrea atmósferas lineales y urdimbres suspendidas en el lienzo para brindar un recorrido de texturas urbanas.

 

Memento urbis ocupará la Galería de Arte de la Unidad Iztapalapa hasta el 16 de marzo, en una experimentación gráfica de Daniela Terroba.

 

Las obras –parte de las series Los dobleces del panadero y Mezclar y pegar– son la expresión creativa del interés de la artista por su entorno que, valiéndose de plumón y carboncillo, construye universos reticulares desdoblados en un continuo de impulsos monocromáticos que, pese a la ausencia de color, revelan dinamismo.

 

Algunas piezas están trabajadas en monotipo, técnica de estampación gráfica de resultado único en la cual las figuras y planos se sobreponen hasta integrar un todo; estas imágenes reconcilian una multiplicidad de motivos cuya narrativa visual gravita entre horizontes y en direcciones disímiles.

 

A partir de rasgos reiterativos, Terroba manipula, transforma y materializa su interés por la multiplicidad de figuras y el estudio de los espacios.

 

En el centro de la Galería sobresalen iconografías de 75x100 centímetros que levitan permanentemente, configurando metrópolis gráficas llenas de cuadros, puntos y rayas, en un diálogo que deja ver gran capacidad de reinvención.

 

La técnica y la osadía convergen en estructuras primarias que adquieren una significación nueva emanada de la apropiación y la búsqueda constantes que da como resultado un proceso de reiteración y variación de ingredientes superpuestos.

 

La curadora Daniela Granados precisa que las 19 obras exhibidas actúan como un políptico que comprende un lenguaje abstracto en el que los recursos gráficos y la superposición de capas crean un mundo de contraste entre el negro y el blanco, la línea y la textura.

 

Esta articulación de componentes enuncia la posibilidad de un encuentro e invita a descubrir recuerdos desvanecidos, pero que dejan la sensación de que han estado ahí. “La autora sugiere un recorrido de texturas urbanas a partir de la utilización de papel, telas y plásticos como herramientas para la elaboración de planos; así el carácter procesual se hace evidente cuando observamos las capas dispuestas como huellas que deja el tiempo, siguiendo la línea de una historia, de acontecimientos consecuencia unos de otros”.