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Número 125
24 de febrero de 2020

INVESTIGADORES DE LA UAM TRABAJAN EN LA CONSTRUCCIÓN
DE HUMEDAL ARTIFICIAL

*El sistema será instalado en un estero de San José Los Cabos, Baja California Sur

*Este modelo de purificación mejorará la calidad de vida de la flora y la fauna nativas

 

Mediante el uso de suelo del estero, plantas nativas, arenas y estrategias ingenieriles hidráulicas, investigadores del Departamento de Hidrobiología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) proyectan la construcción de un humedal artificial en San José Los Cabos, Baja California Sur, para rehabilitar la región.

 

El Estero Josefino –un sitio donde termina un río e inicia el mar– está contaminado por agua residual generada sobre todo por más de un millón 700 mil turistas que visitan la zona al año y, aun cuando el daño es reversible, resulta urgente la intervención de biólogos especialistas para diseñar un sistema de purificación que mejore la calidad de vida de flora y fauna local.

 

Los doctores Patricia Rodríguez Romero y Alejandro Federico Alva Martínez están encargados de planear y ejecutar esta intervención, que todavía está en la fase de análisis de suelos, ecosistemas y materiales, pero que, de lograrse, no sólo limpiaría el recurso que vierte la planta de tratamiento, sino que proveería de un parque lineal que produciría líquido de riego a los sectores hotelero y de alimentos: peces y plantas.

 

La afectación al hábitat ha sido por agua residual no tratada, ya que hay entradas por las que va directamente al río y otras que la hacen pasar por la planta de tratamiento, pero aun así el líquido penetra con gran cantidad de materia orgánica y lodos, lo que provoca una reducción de oxígeno, en perjuicio de los organismos presentes, señalaron en entrevista los profesores del Departamento de Hidrobiología de esa sede.

 

A esto se añade que la capa de lodo formada en el estero por los residuos ha ocupado el espacio que corresponde al recurso, con la consecuente muerte de fauna y desaparición de flora, lo que perturba también al turismo, en virtud de que tiempo atrás ahí se formaba una laguna que hacía las veces de alberca natural y polo de atracción para visitantes.

 

El análisis inicial de los docentes –elaborado luego de una primera visita y la revisión de estudios previos– sostiene que es un sitio de cuidado de la vida silvestre que alberga gran cantidad de especies, entre ellas 256 tipos de aves, muchas migratorias por ser una franja de transición, es decir, donde las que van hacia el sur hacen parada para beber; además hay plantas acuáticas –halófilas– que viven en áreas de gran concentración salina y otras variedades exóticas, entre las que está el árbol del Mediterráneo Tamarix sp, describió Alva Martínez.

 

Para la biodiversidad local, el estero es prioritario porque constituye un oasis a los animales endémicos y por ser la única laguna de agua dulce en Baja California Sur, puntualizó.

 

Los humedales existen de manera natural en todos los ecosistemas, por ejemplo, los manglares o tulares, que hacen de purificadores y resultan fundamentales, ya que son cuna de diversidad biológica y fuente de hidratación, por lo que vegetales y animales dependen de ellos para subsistir.

 

Los artificiales son estructuras en las que se colocan arenas y gravas de grosores diferentes y, a través de una de tipo hidráulica se inyecta recurso residual que pasa por el sistema que absorbe los contaminantes y devuelve el líquido limpio; en la superficie pueden sembrarse plantas endémicas para ayudar a la limpieza de los desechos.

 

En este caso se plantea ocupar materiales in situ: minerales, tierra y vegetación propia del estero, con el fin de formar una suerte de filtro, por lo que será seminatural, al incorporarse al hábitat y no incluir construcciones, por lo que su diseño será más complejo y la colocación requiere estudios geográficos, hidrológicos y de arquitectura del paisaje, así como la intervención de ingenieros y biólogos.

 

Lo más relevante del proyecto es garantizar que no altere el ecosistema y que la estructura salga a la ciudad para que sea desarrollada una red de infraestructura verde de parques oasis de tratamiento de agua en áreas marginadas, habitacionales y hoteleras, como estrategia de educación medioambiental y rescate del fluido para usos diversos; otros beneficios a la población y el entorno consisten en la generación de especies nativas y alimento, y la llegada de otros especímenes, así como la recuperación de la mascarita bajacaliforniana o Geothlypis beldingi.

 

“El secreto está en una muy buena planeación respecto de cómo correrá el recurso y la selección de plantas que sean de la zona, considerando que en ocasiones es imposible tener exceso de aquél porque puede haber un huracán u otro suceso que altere el esquema, que deberá estar prepararlo para estas situaciones, con la idea de respetar el ciclo natural del agua”, remarcó la doctora Rodríguez Romero.

 

Las ventajas de colocar un humedal en territorios como el Estero de Los Cabos son que purifica el fluido; las plantas nuevas favorecen la captura de carbono; la flora limpia los residuos, y se crean sistemas de biodiversidad que crecen exponencialmente al tener alimento, por lo que significaría “un paso gigante para el cuidado medioambiental”.

 

Este ambicioso proyecto depende del trabajo de los científicos de la UAM, del apoyo de autoridades municipales y estatales y, sobre todo, de los habitantes de San José Los Cabos que ya saturaron la capacidad de una planta purificadora de aguas negras, por lo que deben hacer un consumo moderado de la corriente potable.

 

El humedal entrará en funcionamiento en dos años, si los medios económicos –que dependen del gobierno local– y los acuerdos con las autoridades fluyen pronto. Si bien el panorama parece difícil, el trabajo es viable.

 

Un precedente de éxito es el humedal de la Unidad Iztapalapa, junto con una planta recicladora de basura orgánica, un proyecto del doctor Óscar Monroy Hermosillo, Profesor Distinguido de la UAM, que recoge todo el bien residual que emana de esta sede universitaria y es sometido a un procedimiento de purificación con plantas de papiro y carrizo; una vez descontaminado es reusado en los servicios sanitarios o para riego.

 

En 2018, el gobierno de la Ciudad de México implementó el Ecoducto, un humedal artificial ubicado en el Viaducto Río de la Piedad, a lo largo de 1.6 kilómetros. También instaló un área verde recreativa y un sistema de purificadores artificiales para el tratamiento de las residuales, lo que brindó un valor estimado en servicios medioambientales superior a 30 millones de pesos anuales.

 

Los investigadores consideran que los humedales artificiales solucionarían el problema de escasez y contaminación del recurso en la metrópoli y en otros estados; si bien son proyectos científicos, su origen es natural desde tiempos prehispánicos, cuando Xochimilco o Tláhuac tenían más acuíferos que purificaban los residuos de las comunidades y las chinampas funcionaban con base en humedales. La intervención de la UAM surgió de una petición de Ariadna Pico Rojas, ex directora general de Ecología y Medio Ambiente de Los Cabos y ex alumna de la Unidad Iztapalapa, y ahora continúa con representantes del municipio.