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Número 082
6 de febrero de 2018

HOSTIGAMIENTO Y ACOSO SEXUAL HAN PERMEADO EN LOS ESPACIOS UNIVERSITARIOS: PERLA GÓMEZ

*Las universidades carecen de preparación para atender este fenómeno


En las universidades “no estamos preparadas ni preparados para atender el fenómeno del hostigamiento y el acoso sexual”, señaló la doctora Perla Gómez Gallardo, ex titular de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
 
Al impartir hoy la conferencia Conceptos básicos de acoso sexual desde la perspectiva de la ONU, dentro de la Primera Jornada informativa sobre acoso sexual y hostigamiento sexual en las universidades afirmó que en las instituciones de educación superior “estamos llegando tarde a atender un fenómeno que lamentablemente ha permeado en todos los espacios universitarios”.
 
La investigadora del Departamento de Estudios Institucionales de la Unidad Cuajimalpa dijo que el hecho de reconocer esta falta de atención debe ayudar a generar un esquema de claridad terminológica de qué es acoso y qué no lo es “y sin revictimizar generar espacios que propicien el que se erradique”.
 
En este problema debe haber una tolerancia cero porque “no podemos convivir en una institución donde la base, lamentablemente, de estas conductas parte de discriminación”.
 
Gómez Gallardo expuso algunos términos vigentes sobre lo que implica la violencia de género y algunos aspectos normativos y comentó que en la Unidad Cuajimalpa se “está siguiendo una ruta de trabajo para generar un protocolo o un lineamiento que permita atender” la problemática.
 
En la Defensoría de los Derechos Universitarios, en el Contrato Colectivo de Trabajo y en la legislación universitaria hay aspectos que pueden ser sancionados por otros mecanismos, “pero lo que no tenemos es una forma especializada de entender y atender la situación desde la persona que lo sufre hasta el hecho de cómo comportarse”.
 
En ese aspecto prefiere “no iniciar desde lo punitivo, sino de la sensibilización, porque muchas personas no saben que están cometiendo un acto de acoso, no se dan cuenta de que un piropo no necesariamente es bien recibido ni de que ciertas palabras no están comunicando lo que para ellos es un halago”.
 
Por lo que, dijo, es muy importante generar un esquema de comprensión de lo que implica una campaña de difusión, porque “ahí sí, a sabiendas de quién comete ese tipo de conductas (debe haber) una consecuencia para erradicar la práctica”.
 
La investigadora confió en tener en el actual trimestre un primer documento que “incluso sea llevado al Colegio Académico” para que sea retomado por toda la UAM en cada una de sus unidades.
 
Para la ONU la definición de violencia de género implica “todo acto que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vía pública como en la privada”.
 
En el país existen la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ciudad de México cuenta con una norma en la materia, sin embargo “lamentablemente se hace una torre de Babel y se empiezan a burocratizar los procesos”, los cuales se diluyen cuando es necesario generar políticas públicas.
 
Lo anterior es importante porque a pesar de contar con estas normatividades los índices de violencia no bajan. “Este es el mejor indicador del fracaso de ese lineamiento público: que no se esté cambiando la actuación e incluso que llegue a haber un incremento de este tipo de conductas”.
 
Por otra parte mencionó que la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió un acuerdo general en 2012, a partir de un incidente de denuncia, del que derivaron una serie de acciones para emitir normatividad y lineamientos con el fin de erradicar este fenómeno.
 
El enfoque que tiene la Unidad Cuajimalpa en las primeras acciones para combatir el acoso van hacia el género, pero “si queremos erradicar, debemos manejar cualquier situación de discriminación, es decir, personas que sean lesbianas, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI) o con alguna discapacidad e incluso la simple apariencia, porque “definitivamente sí hay fenómenos que se deben enunciar y generar rutas de atención para saber qué hacer cuando se presentan”.