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Número 080
26 de febrero de 2016

DEBEN CIUDADANOS EXIGIR EL CUMPLIMIENTO DEL DERECHO HUMANO AL AGUA

*Existen condiciones, reglas formales e informales que colocan el consumo del agua embotellada como cotidiano y necesario

 

* Los gobiernos han omitido información oficial acerca de la calidad del agua en el país


 

La población de la Ciudad de México invierte cuatro mil millones de pesos al año en consumo de agua embotellada, un dato que revela la iniquidad en la distribución del agua potable, un derecho humano que debiera cumplirse, señaló la doctora Delia Montero Contreras.

 

En la presentación del libro Transnacionales, gobierno corporativo y agua embotellada. El negocio del siglo XXI, efectuada en la XXXVII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, la investigadora del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) habló de la falta de voluntad política por parte de las autoridades para favorecer el correcto abastecimiento de agua en el centro del país.

 

Como reflejo de ello, también aportó datos nuevos sobre la distribución de empresas purificadoras, de las cuales alrededor de 50 por ciento está ubicado en el oriente de la Ciudad de México.

 

“Llama la atención que las purificadoras han ganado mucho terreno: abastecen 30 por ciento del mercado y se ubican en las delegaciones Iztapalapa, Venustiano Carranza, Iztacalco y Gustavo A. Madero, es decir, están enfocadas en población de bajos ingresos”, informó.

 

La académica de la Unidad Iztapalapa de la UAM recordó que inició el libro luego de una estancia que realizó hace algunos años en Canadá, país que posee muy buena calidad de agua pero que, sin embargo, reportaba altas ventas del líquido embotellado, un fenómeno en el cual decidió profundizar.

 

“Fue muy difícil obtener información, pero al final creo que encontré el origen de las empresas. Observé que ninguna es originalmente productora y, no obstante, es una de sus ramas principales, algo que habla del potencial de ese mercado”, explicó.

 

La doctora Montero Contreras halló tres estrategias definidas por las transnacionales: atacar mercados de altos niveles de ingreso; mantener mercados culturales como los europeos y de países emergentes, y otros en los que la calidad del agua sea mala o se desconozca, cómo es el caso de México.

 

La doctora María Concepción Martínez Omaña comentó que el libro atiende la problemática del hídrico relacionada con los negocios mundiales protagonizados por cuatro empresas: Nestlé, Danone, Coca Cola y Pepsi Co, revelando los arreglos institucionales sostenidos con el país huésped para tener acceso a las redes públicas de extracción y distribución del agua.

 

La académica del Instituto Mora resaltó que se trata de organizaciones que desarrollan sistemas semióticos propios y una cultura empresarial; además crean consumidores y desde la publicidad y la comercialización manejan símbolos, metáforas, mitos y rituales.

 

“El funcionamiento de esas transnacionales, su expansión y vinculación con los contextos nacionales en las que se crearon o se fusionan son aspectos estudiados en este trabajo académico y que coloca a México como uno de los principales consumidores de agua embotellada”, anotó.

 

Según cifras de 2010, en México se consumen 243.6 litros de agua embotellada per cápita, lo cual representa 12 por ciento en el plano mundial; “esos son datos que dan pertinencia a la publicación y que deberían leer los sectores académicos, las organizaciones sociales y la sociedad civil”, subrayó.


La doctora Lourdes Romero Navarrete, integrante del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), subrayó que no sólo se trata de un tema social, medioambiental o económico, sino también político; “se crearon condiciones, reglas formales e informales que colocan el consumo del agua embotellada como cotidiano y necesario”.

 

Es evidente, dijo, que hay un desequilibrio natural en cuanto a la distribución del agua; las transnacionales deben su existencia a un mercado que favorece sus intereses, mientras los gobiernos omiten la difusión de información oficial acerca de la calidad del agua en el país.

 

“Vemos que aparecen nuevos niveles de organización política con el desplazamiento de los gobiernos nacionales por gobiernos corporativos, en los que la desregulación se da en términos del otorgamiento de concesiones del agua”, concluyó.