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Número 076
3 de febrero de 2018

EL HOMBRE MONTADO AL AIRE DA VOZ A LOS SIN VOZ

*Mantener altas las importaciones de carburantes sitúa al país en condiciones de vulnerabilidad similares a Venezuela
 

*Esta selección de 40 obras de Oriana Lendechy fue presentada en el Centro Cultural Casa de las Bombas

 

Seres humanos fragmentados, inestables, inacabados, indefinidos o cambiantes han sido captados en su lucha diaria, con sus dioses en el bolsillo y los pies desnudos, doloridos y a veces sangrantes o también siendo capaces de matar a un semejante.

 

El hombre montado al aire, de Oriana Lendechy, incluyó una selección de 40 piezas realizadas entre 2016 y 2017 en acrílico o tinta china sobre tela y cartón que fue exhibida hasta el 31 de enero en el Centro Cultural Casa de las Bombas de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

La artista –también con formación psicológica e influenciada por el expresionismo– plasma sujetos que atraviesan por una crisis profunda, ya que decidió dar voz a los sin voz e intentar responder si la miseria y el hambre pueden convertirse en un arma de inspiración creativa.

 

Roman muestra a un individuo de rostro naranja que grita y escupe fuego, simbolizando al faquir que suele vivir en pobreza, con la idea de representar a “una persona que no tiene ojos porque mira con el alma”.

 

El arte plástico concede a los creadores la posibilidad “de inventar realidades, mundos e historias que a veces revelan un sentimiento”, por ejemplo, pintar personajes sin boca ni ojos permite reflejar dolor o alegría, explicó la autora a un niño que visitaba la muestra.

 

La función representa a gente influyente: políticos, empresarios y sacerdotes que por siglos han abusado de su posición de dominio –diseñando leyes en beneficio propio, entre otras formas– sin embargo Lendechy se burla de esos grupos sociales al dibujarlos asesinándose entre ellos.

 

Pies descalzos, manos agrietadas o vasijas vacías son elementos recurrentes en la obra de quien testimonia los afanes de hombres y mujeres por mantener el empleo; realizar largos recorridos en transporte público o madrugar para llegar a tiempo.

 

Antes de ingresar a la Academia de San Carlos participó con organizaciones de ayuda a mujeres y niños en situación de calle o víctimas de violencia, experiencias que despertaron una preocupación real y constante por las condiciones de injusticia social en el país y el mundo, a la vez que han sido la fuente de su inspiración artística.