Imprimir
Boletín 064
23 de febrero de 2015
UNE EDUARDO CHIRINOS EL MUNDO BIOLÓGICO Y POÉTICO EN SU OBRA

*Con el libro quiso eliminar la diferencia ilusoria que existe entre la ciencia, la biología y la poesía, entre los seres humanos y los animales
 
*El libro –coeditado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y Textofilia– encara una suerte de bestiario muy distinto a los tradicionales

Las fábulas tradicionales recuerdan incesantemente una época, la edad de oro donde el hombre y los animales convivían con tranquilidad y felicidad sin compartir el mismo lenguaje. Hubo un momento en que el hombre tuvo la soberbia de olvidarse comunicar con ellos y los puso en otro plano, entonces las fábulas nacen de la necesidad de proyectar nuestros propios vicios y virtudes en los animales a partir de esta pérdida, relató el poeta peruano Eduardo Chirinos.
 
Al introducir al público su más reciente libro de poemas titulado 35 lecciones de biología y 3 crónicas didácticas en la XXXVI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, acompañado del editor Alfredo Núñez así como de los escritores Bernardo Ruiz y Blanca Pulido, el escritor explicó que decidió reivindicar el mundo animal en su escritura porque se convirtió en una pantalla humana, olvidando su universo y esencia.
 
“Si me dijeran de quién es la culpa yo diría que del niño Jesús, ya que me parece curioso que en todos los nacimientos aparecen un burro y una vaca, pero en ningún evangelio se menciona esto, solo se ubica en uno de los evangelios apócrifos, tal vez basándose en un comentario de Isaías que decía:  ‘Cuando nazca el señor el burro y la vaca agacharán la cabeza y lo reconocerán’, esto ha sido interpretado como un punto de quiebre entre el mundo de la fábula y la historia”, apuntó.
 
Para el poeta perteneciente a la generación de los ochenta, los animales enmudecen, sin embargo con el libro quiso “eliminar la diferencia ilusoria que existe entre la ciencia, la biología y la poesía, entre los seres humanos y los animales; también es un ejercicio de humildad originado a partir de un proceso personal que viví al estar enfermo, pues detecto que hay algo de nosotros que se quiere quedar al morir, un impulso que es básicamente animal”, reflexionó.
 
El maestro Bernardo Ruiz, director de Publicaciones y Promoción Editorial de la UAM, lo calificó como un libro muy del siglo XXI pero que proviene de una larga tradición. “La brevedad de los 35 poemas viene a ser ejemplo del tipo de trabajos literarios que ha dado lustre a nuestra Universidad. Su punto de partida es la tradición de las obras naturalistas que buscaban retomar una serie de aventuras de la naturaleza que asombra a la imaginación de las distintas culturas occidentales”, expresó.
 
El también crítico y traductor resaltó un trabajo que abarca un número vario de especies, algunas en extinción, otras desaparecidas, cuya magnificencia refuerza la necesidad del respeto al entorno, al tiempo que subraya la necesidad de que hombres y bestias comprendan la importancia de su interrelación y armonía con la naturaleza.
 
“Chirinos opta la sencillez del verso. Los animales siempre han estado asociados con la poesía y han sido abordados desde las más variadas narrativas, basta recordar entre nosotros el excelente ensayo de Salvador Novo titulado Las aves en la poesía castellana”, compartió con el público.
 
Agregó que un rasgo acertado fue la estrategia utilizada por el autor para hablar de cada uno de los animales al hacer de cada poema una pieza lúdica dotada de fina ironía y sutil humorismo, algo poco común de la poesía escrita en español, así, cada poema es una fábula de un animal construido en su relación con el hombre, y donde cada uno habla de sí mismo en primera persona.
 
Alfredo Núñez destacó que el libro –coeditado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y Textofilia– encara una suerte de bestiario muy distinto a los tradicionales con diferentes tipos de lectura a través de un lenguaje muy diáfano; además, reparó en las ilustraciones, xilografías elaboradas por una artista de Missoula, Estados Unidos, otorgándole un toque un doble aspecto lúdico en imagen y texto.
 
La ensayista Blanca Luz Pulido identificó en los textos de Chirinos una voz poética transfigurada en la voz de los animales que recorre, interroga e indaga la vida y costumbres en distintas épocas. Calificó a Eduardo Chirinos como un poeta cuya madurez artística y estilo depurado le permitió hacer hablar en sus páginas a animales, incluso extintos.
 
La poeta, añadió que en este libro “se disfruta el juego intertextual y los cruces de todos los géneros, nos lleva a un paseo por la biología al imaginar las formas suaves y brillantes de una medusa que esconden un derredor terrible, la cigarra, por su parte, se queja por su mala fama creada en la literatura, en fin todo un abanico de seres multiformes”.
 
“Captura algún rasgo exacto, poéticamente hablando, del animal que caza en sus versos, la naturalidad con que están escritos sus poemas, los coloca en ocasiones en una dicción cercana a la de la prosa al constituirlos en endecasílabos sin carecer de ritmo. Incluye un juego de enigma bien planteado al colocar en latín el nombre del ente sin saber, en ocasiones, hasta el final de cual se trata”, finalizó.