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Número 034

22 de enero de 2021

ALUMNOS DE LA UAM OBTUVIERON 

EL PREMIO FUEGO NUEVO DEL FESTIVAL DE CINE DE BARRIO

*Mónica Pioquinto y Kevin Ramos ganaron con su documental Ruta Ermita-Chalco

Los choferes del transporte público –que diario hacen grandes recorridos desde las zonas metropolitanas del Estado de México a las orillas de la Ciudad de México– enfrentan inseguridad, incomprensión y estigmatización al ser señalados como cafres.
 
Esta expresión corresponde a un testimonio incluido en el documental Ruta Ermita-Chalco, trabajo con el que Mónica Pioquinto Cruz y Kevin Ramos Orozco, estudiantes de la Licenciatura en Antropología Social de la Unidad Iztapalapa, obtuvieron el Premio Fuego Nuevo del Festival de Cine de Barrio (Feciba) –en la edición dedicada a la alcaldía Iztapalapa– con el objetivo de que las comunidades se vean reflejadas y se apropien de la oferta cinematográfica a través de narrativas locales.
 
El cortometraje –premiado entre 200 trabajos– forma parte de un proyecto en el que participaron la UAM, la Universidad Iberoamericana, los faros Aragón y Milpa Alta y el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Antropología Social, que reunieron espacios audiovisuales diferentes para generar el Observatorio Periferias, en el que “buscamos abordar problemáticas sobre esta zona de la capital del país y llevarlas a una cinta de no más de diez minutos”.
 
En este contexto uno de los temas “que nos interesó mucho fue el del transporte que utilizan millones de usuarios y que ofrecen miles de trabajadores que conducen sus unidades –muchas de ellas llamadas combis– como es el caso de los choferes entrevistados.
 
El uso de este transporte retrata una situación cotidiana, “algo que permea nuestros días”, dijo Pioquinto Cruz, quien cada día ocupa más de hora y media para llegar del municipio de Nezahualcóyotl a la Unidad Iztapalapa, pues “los que viajamos en estas unidades las habitamos y observamos prácticas” de usuarios y conductores, estos últimos “nos dieron otras ideas y decidimos hacer con ellos la película”.
 
El encuentro fue revelador y en el filme “pudimos hablar de cómo se organizan y cómo viven, por ejemplo, la inseguridad, pero sobre todo quisimos mostrar su vida diaria, que fue algo que nos sorprendió porque si los pasajeros habitan el transporte los choferes lo hacen mucho más”.
 
En el predio La Lanzadera, una especie de estacionamiento, esperan diez minutos por cada unidad formada para poder salir a su ruta. Si hay diez deben aguardar una hora que aprovechan para comer, platicar, divertirse, dormirse, bolear sus zapatos o lavar la combi; esto “nos sorprendió porque siempre los pensamos en movimiento, pero los operadores pasan buena parte de su día haciendo otras cosas y es lo que tratamos de revelar” en el documental.
 
En sus testimonios El burbujo, El chilindrino y Pandillita, entre otros de ellos, hablaron del “mundo del transporte, por ejemplo, cómo organizan sus rutas, cómo trabajan quienes no son dueños de la camioneta, la actividad de los “checadores”, la economía informal que se desarrolla alrededor de La Lanzadera, las cuotas que deben pagar para ejercer su oficio, entre otras prácticas muy complejas que sería interesante abordar posteriormente.
 
Las historias fueron numerosas y en ellas no faltó el lado negativo, por ejemplo, los choferes ya saben cuáles son los lugares con mayor riesgo de sufrir un asalto y toman sus precauciones, pero “no pueden hacer mucho, debido a los peligros que representan para ellos”
 
El conocimiento de su vida cotidiana, sus inquietudes y sus aspiraciones contribuye a la sensibilización sobre las condiciones en que desarrollan su trabajo, el cual ejercen en forma independiente, por lo que no tienen seguridad social ni ingresos fijos, entre otras cuestiones que “al menos en este cortometraje tratamos de entender un poco, así como generar empatía y relaciones más humanas entre quienes utilizan los servicios y quienes los brindan.
 
Una historia que faltó retratar con mayor profundidad en el documental, por falta de espacio, fue la del Pandillita, quien trabajó desde muy joven en esa ruta –primero como chalán cobrando el pasaje y después como chofer– y “era amante de los sonideros, bailaba increíble, pero lamentablemente falleció hace poco y nos quedamos con ganas de contar más de él”.
 
Audio.