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Boletín 033
2 de febrero de 2015
UNA ADECUADA INTERACCIÓN MADRE-HIJO, PREVENDRÍA SECUELAS QUE CONDUZCAN A INCAPACIDAD EN NIÑOS DE ALTO RIESGO BIOLÓGICO

*Diseñan investigadores el ICIS-ROMANI para evaluar las competencias de la madre y del niño para establecer interacciones

 

*El interés de esta línea de estudio se centra en las posibilidades de favorecer el desarrollo de niños de alto riesgo

Una adecuada interacción madre-hijo en etapas tempranas del desarrollo de niños de alto riesgo biológico, puede hacer la diferencia en desarrollar o no secuelas severas o leves de daño neurológico que desemboquen en incapacidad, de acuerdo con estudios realizados por investigadores de la Maestría en Rehabilitación Neurológica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

La doctora Patricia Muñoz Ledo Rábago, investigadora del posgrado que se imparte en la Unidad Xochimilco de la UAM, ha realizado durante más de 11 años una serie de investigaciones acerca del papel que desempeña la interacción espontánea madre-hijo en niños de alto riesgo biológico, con el fin de prever secuelas que conduzcan a situaciones de incapacidad.

 

Los resultados a los que ha llegado el grupo de investigación, han permitido crear categorías tanto de la madre como del infante y caracterizar los estilos interactivos de las diadas. Lo anterior se ha logrado por medio de estrategias basadas en episodios de juego libre, lo que a su vez ha posibilitado diferenciar estilos de comportamiento interactivo y su asociación con la estructuración de secuelas en el desarrollo al año de vida en niños con antecedentes de daño neurológico.

 

Con base en estos estudios el grupo de investigación se propuso construir un instrumento para la evaluación de las interacciones diádicas, de fácil entrenamiento y aplicación en la práctica clínica rutinaria, que dio lugar al Inventario de Competencias de Interacción Social. Registro Observacional Madre Hijo (ICIS-ROMANI), con el objetivo de evaluar las competencias de la madre y del niño para establecer interacciones durante una situación de intercambio no estructurada (juego libre).

 

La doctora Muñoz Ledo Rábago señaló que el interés de esta línea de estudio se centra en las posibilidades de favorecer el desarrollo de niños de alto riesgo.

 

Expuso que si bien no existen en México estudios sistemáticos que den cuenta de la magnitud del problema, organismos como UNICEF o la OPS estiman que en países como México alrededor de 10 por ciento de los niños sufre de alguna alteración en su desarrollo y que la mayoría de éstas tiene su origen en problemas que se presentaron en el periodo perinatal.

 

Se trata de una proporción de la población muy importante, si se considera que por año se registran dos millones de nacimientos, si bien es necesario hacer la diferencia entre los que tienen “un muy alto riesgo de discapacidad y los que no la tienen”, apuntó la investigadora.

 

Los niños de muy alto riesgo son los que presentan un daño cerebral del cual se puede derivar una discapacidad, como resultado de situaciones como nacer prematuramente, sufrir asfixia o una neuroinfección, entre otras afecciones; es decir, “hablamos de discapacidad cuando ya hubo una secuela como consecuencia de ese daño, que se expresa en diferentes padecimientos como parálisis cerebral, ceguera, sordera o deficiencia mental”, entre otros padecimientos, explicó.

 

Un gran porcentaje de niños que ya tiene una discapacidad motora, visual, auditiva, tiene como antecedente los problemas que presentaron al nacimiento, enfatizó.

 

Por otro lado los avances tecnológicos en Medicina permiten la sobrevivencia de niños que nacieron con alto riesgo y que hoy representan una población de riesgo para desarrollar discapacidad. “Vamos solucionando un problema, como el de lograr la sobrevivencia al nacer, pero se abren nuevos retos para el sector salud”, pues ahora es necesario detectar a estos niños, diagnosticarlos y proporcionarles servicios de atención temprana, subrayó.

 

Frente a este panorama en la Maestría de Rehabilitación Neurológica se ha trabajado durante más de 30 años en desarrollar un modelo para identificar e intervenir tempranamente a estos niños. El propósito fundamental es la prevención de secuelas generadoras de discapacidad en los niños.

 

Se sabe que si intervenimos muy tempranamente, la capacidad de reorganización nerviosa y la plasticidad cerebral, permite la posibilidad de que los niños no desarrollen secuela, pero “esto requiere de condiciones y de un manejo específicos”, subrayó.

 

Se propuso entonces un Modelo de Seguimiento de Niños de Alto Riesgo, con la convicción de que el desarrollo del niño y del ser humano, no sólo es producto de la organización y maduración del sistema nervioso, sino de sus intercambios sociales; “somos producto de las relaciones entre una organización de estructuras y funciones biológicas, pero también del entorno en donde el niño crece”.

 

Si se sabe que el niño tiene riesgo de presentar una alteración en su desarrollo y que éste depende de estas interacciones con el medio social, la que se establece entre la madre y su hijo es muy importante”.

 

El papel que juega la madre o el cuidador es fundamental como elemento que posibilita al niño organizar estados o condiciones que le impiden interactuar con el entorno, señaló la investigadora, quien añadió que el modelo que se ha podido poner en marcha gracias a un convenio que la UAM tiene con el Instituto Nacional de Pediatría (INP) “tiene a la madre como un eje fundamental en el diseño de las estrategias de intervención”.

 

Una línea de investigación derivada de este modelo ha sido responder a la pregunta de por qué en el primer año de vida algunos niños no hacen secuela o la hacen leve, y otros sí la desarrollan y algunos en forma severa.

 

En una primera etapa, explicó, nos propusimos caracterizar los comportamientos de la madre y del niño en el primer año y conocer o determinar si estos comportamientos podían diferenciar entre los que presentaron secuela y los que no.

 

“Esta ha sido una investigación un poco larga”, pues se empezó con las primeras madres cuyos hijos tenían antecedentes para daño neurológico en 1994. Se hizo investigación que tuvo como estrategia filmar a las madres interactuando en un juego libre con su niño para ver cómo organizaba la atención el niño, las posibilidades de que manipulara objetos, si respondía a verbalizaciones, entre otros comportamientos.

 

Hubo comportamientos que sí eran favorecedores del desarrollo, pues las que tuvieron un promedio más alto sí favorecían la interacción entre ambos; mientras que otras madres hablaban poco a sus hijos, dirigían mucho la acción de los niños y con frecuencia interrumpían la atención del niño.

 

“Concluimos entonces que sí había comportamientos que diferenciaban a las madres, y fue con base en estos resultados que se empezó a construir el ICIS-ROMANI, que se puso en marcha en convenio con el INP.

 

Sin embargo esta estrategia metodológica que permitió observar comportamientos es complicada para hacerla de uso clínico o rutinario para quienes trabajan el programa de intervención, por lo que se propuso un instrumento más práctico y útil, grabando a las mamás en su juego libre y ver quiénes de ellas sí organizaban bien a su niño y cuáles no, con el fin de brindarles asesorías y mejorar sus interacciones.

 

Este instrumento será útil para detectar las diadas madre-niño que son de mayor riesgo en el sentido de no apoyar el proceso de desarrollo del pequeño; para evaluar las interacciones y verificar si la madre integra las asesorías que se le brindan, y por otro lado, con estos registros se podrían conocer las diadas que tienen más riesgo de que a los niños “no les vaya bien” y poder establecer indicadores que permitan identificar aquellos que tienen más riesgo de secuela.

 

La investigadora informó por último que alrededor de 140 niños se encuentran en el programa de intervención en el Laboratorio y que el instrumento diseñado se encuentra actualmente validándose por jueces que tienen experiencia en trabajar con diadas madre-hijo.