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Número 021

9 de enero de 2020

UN DEBATE DE LA VIOLENCIA SOCIAL Y POLÍTICA

PROPONEN ACADÉMICOS DE LA UAM 

*El libro de Diego Lizarazo y José Alberto Sánchez plantea un análisis desde una perspectiva transdisciplinar


 

El establecimiento de un puente entre la violencia y su representación –a través de la hermenéutica en los sentidos real e imaginario en un diálogo transdisciplinario– es el objetivo de Horrores estridentes. Arte, violencia y ruina social, obra coordinada por los doctores Diego Lizarazo Arias y José Alberto Sánchez Martínez, académicos de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
 
“El momento actual nos obliga a una conversación necesaria que rompa las divisiones entre los territorios del pensar sociológico o antropológico de ese comportamiento y la clarificación estética o semiótica de la creación artística que encara sus ilimitadas implicaciones”, señalaron los coordinadores del volumen.
 
En lo social, el libro –en el cual colaboró también el doctor Antonio Sustaita Aranda, docente de la Universidad de Guanajuato– aborda las dimensiones de este tipo de comportamiento desde el debate conceptual-histórico, hasta el análisis de la realidad de México. El horror se vislumbra como la aparición de la destrucción social y de la estructura cultural y, en especial, presenta la paradoja de esta condición como elemento dañino y fundador de lo social.
 
En la dimensión humanística, la coedición UAM-Gedisa da corpus a debates abiertos en el mundo contemporáneo sobre cuerpos intervenidos como metáfora artística, así como respecto de la narco narrativa, resistencia y arte, justicia, mal e identidad para tratar de comprender la violencia social.
 
“El debate no debe agotarse en la repetición del principio de la sorpresa, de la nostalgia por épocas imaginadas como más pacificas o del advenimiento del fin de la tragedia por la utopía técnica o política, pues todos esos caminos se encuentran desvencijados, pero la necesidad de comprender y clarificar el tema es siempre crucial”, coincidieron los investigadores de los Departamentos de Educación y Comunicación y de Relaciones Sociales de la UAM.
 
“Ninguna tentativa filosófica o política ha logrado clarificar el medroso y casi inabarcable horizonte de aquello que de forma tan sumaria llamamos violencia, donde se incluye lo que tiene que ver con los más vastos convenios geopolíticos y globales por el desarme, pues este flagelo es simultáneamente el límite del despliegue de la vida y la estructura subyacente”, detallan en la obra.
 
“El arte actual está ahí no sólo para ejercer su imperativo de contemplación, sus relaciones cada vez más latentes con hechos sociales, sea para emular, exaltar y exacerbar, bien para codificar o para disentir, sino como un campo de semiotización complejo, un referente para la comprensión de lo iniluminable.
 
“Es en el arte donde la violencia encuentra un asidero para sentir y comprender el mal frente a un mundo social aculturado en el que la ésta no es una presencia sino el artilugio que abre lo invisible que en ella hay”.
 
El texto va desde la discusión de los fenómenos socio-históricos de esta conducta a sus problematizaciones en el filo de los debates entre las perspectivas sociales y las humanidades y, finalmente, a la interpretación y el análisis de los vínculos entre la estética y la política en el arte.
 
El primer segmento analiza el fondo estructural del horror del comportamiento agresivo en el mundo contemporáneo, particularmente porque una de sus principales fuentes es el sistema de instituciones y estructuras oficiales que deberían contenerla y conjurarla.
 
La segunda parte exhibe críticamente la justificación del valor de las humanidades frente a la violencia y su reformulación en las ciencias sociales como el debate de los efectos de las comunicaciones mediáticas en las conductas sociales y aborda la imagen violenta en la prensa mexicana.
 
El apartado final de la obra –en la que participan, entre otros, los doctores Raymundo Mier Garza, Javier Esteinou Madrid, Pablo Lazo Briones, Yois Kristal Paniagua Guzmán– plantea el devenir sustantivo de la hermenéutica y la estética-política en torno a la relación entre violencia y arte.